El mundo del fitness está lleno de variados términos y no todos ellos son conocidos por la población en general. Uno de ellos es el rucking, que se trata, básicamente, de caminar con una mochila cargada de peso en la espalda.
“El rucking es una excelente forma de mejorar la resistencia cardiovascular. Al intensificar la demanda física durante el ejercicio, el corazón y los pulmones se ven obligados a trabajar más arduamente, lo que contribuye a una mejora salud cardiovascular a largo plazo”, explica Carmen María Rodríguez de Tembleque Buitrago, fisioterapeuta y coordinadora del servicio de rehabilitación y fisioterapia en Ruber Internacional Centro Médico Habana.
Desde la web GoRuck indican que el ‘‘rucking desarrolla músculo y fuerza, mientras mejora el cardio y la resistencia. Reunir ambos tipos de ejercicios proporciona un rango más completo de beneficios para mejorar la salud’’.
Por otra parte, señalan que al tirar la mochila de los hombros hacia atrás, este ejercicio es bueno para la espalda y mejora la postura: ‘‘Es incómodo llevar los hombros hacia delante mientras haces rucking, como hacemos todos para encorvarnos sobre un teclado o cuando miramos hacia abajo’’.
Eso sí, a pesar de que son evidentes sus beneficios, la experta aclara realizarlo de manera segura para evitar lesiones. Por ello, recomienda comenzar con poco peso y aumentarlo gradualmente. En este sentido, por norma general se aconseja no exceder el 25% de tu peso corporal para evitar sobrecargas en las articulaciones y los músculos.
Asimismo, es importante asegurarse de que la mochila esté bien ajustada para distribuir el peso de manera uniforme y evitar molestias en la espalda. ‘‘Mantener una buena postura durante el ejercicio también es esencial para maximizar los beneficios y minimizar el riesgo de lesiones’’, insiste Rodríguez.
Los tres pasos para empezar con el ‘rucking’
Desde GoRuck apuntan qué debe tener en cuenta todo aquel que desee iniciarse en el mundo del rucking:
Hacerse con una mochila. Las hay específicas para llevar a cabo este entrenamiento, pero, en principio, puede valer cualquiera.
Añadir peso en la mochila. Por ejemplo, se puede meter una pesa envuelta en una toalla para amortiguarla. En caso de no disponer de una, puede servir todo tipo de objetos, como libros.
Caminar y nada más. Se puede empezar a un ritmo cómodo, manteniendo una postura erguida. Con el tiempo, se puede aumentar de peso, velocidad y distancia.