Los pacientes con intolerancia al gluten presentan unas células que se vuelven profesionales en la presentación de estas proteínas de gluten al sistema inmune, que desarrolla así una respuesta inflamatoria que da lugar a los síntomas característicos de la enfermedad celíaca.
La enfermedad celíaca es una condición autoinmune en la que, en presencia de determinados genes (HLA, DQ2 o DQ8) pequeñas cantidades de gluten activan una reacción inflamatoria, dirigida a la superficie del intestino, según explica a Cuídate Plus Elena Verdú, investigadora de la Universidad de McMaster y una de las autoras de un relevante estudio que abre una nueva puerta a un abordaje más eficaz de la enfermedad celíaca.. Esto se traduce en que para desarrollar enfermedad celíaca son necesarias dos circunstancias:
Ciertos genes, llamados HLA DQ2 o DQ8.
Consumir alimentos que contengan gluten
Qué es el gluten y la enfermedad celíaca
El gluten es el nombre general que le damos a ciertas proteínas de la dieta difíciles de digerir, que se encuentran en cereales como trigo, cebada y centeno.
En una persona con enfermedad celíaca pequeñas cantidades de gluten activan una reacción inflamatoria, dirigida a la superficie del intestino. Células inmunes, en concreto células T, son las encargadas de dirigir el daño provocado en el intestino al reconocer fracciones de gluten presentadas por otras células inmunes especializadas, que se denominan presentadoras de antígenos.
Síntomas
Cuando actúan estas células, la inflamación que se genera destruye la capa interna del intestino, impidiendo la absorción de nutrientes y manifestándose con síntomas variados, entre otros:
Papel de las células T
El proceso central de la enfermedad celíaca fue descrito ya hace muchos años e implica a las células T como los directores de orquesta del daño intestinal. Pero para que las células T reaccionen de esa manera deben primero “ver” al gluten, presentado por otras células inmunes, las “presentadoras de antígenos” o de gluten en este caso.
Y dónde se produce este mecanismo era una cuestión debatida, sobre la que existían sospechas por no evidencias, explica para ayudar a entender la relevancia del estudio Antonio López Vázquez, jefe de servicio de Inmunología del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).
Moléculas con una especie de gancho que se unen al gluten
Esas células especializadas tienen una molécula, que actúa como una especie de gancho, al que se unen las fracciones de gluten. Los genes que predisponen a la enfermedad celíaca, son responsables de producir ese “ganchito” al que se pega el gluten.
Otras moléculas producidas por genes que no sean el DQ2 o DQ8 no presentan gluten eficientemente, y por lo tanto la enfermedad no puede desarrollarse aunque se consuma gluten.
El estudio, que forma parte de un trabajo colaborativo, desarrollado en el Instituto Farncombe (Departamento de Medicina) y el Departamento de Ingeniería de la Universidad de McMaster, (Canadá), con la participación de investigadores de Estados Unidos, Argentina y Australia, publicado en Gastroenterology, ha conseguido centrar las preguntas y obtener respuestas reveladoras que ayudan a comprender el origen de la intolerancia al gluten.
Células presentadoras de gluten
Los investigadores se han centrado en el tipo de células que presentan al gluten, que tradicionalmente al pertenecer al sistema inmune, residen en la pared del intestino, y requieren para unirse al gluten que las proteínas sean primero absorbidas.
Este equipo postuló que las células que recubren el interior del intestino y están en contacto con el contenido del intestino (microbios, nutrientes), y que no pertenecen al sistema inmune, sin embargo, “en ciertas condiciones pueden adoptar características de células presentadoras de antígenos, y así presentar gluten a las células T, que luego dirigen la inflamación”, explica Elena Verdú.
El primer paso fue determinar si en biopsias de intestino de pacientes con enfermedad celíaca era posible detectar las moléculas presentadoras de antígenos que actúan de gancho al que se une el gluten. A través de dos metodologías distintas lograron corroborar que cuando hay enfermedad celíaca, las células del epitelio intestinal poseen estas moléculas.
El segundo paso fue determinar si el epitelio que recubre el intestino puede presentar gluten y activar la reacción inflamatoria. “Es muy difícil contestar esta pregunta en una biopsia humana, porque hay muchos tipos de células inmunes dentro de la pared del intestino que son profesionales en esa función, y no sería posible diferenciar el origen exacto de esa presentación, aunque sea detectada”, señala esta investigadora.
Solución por bioingeniería
La solución fue abordar la cuestión con bioingeniería. Para ello crearon un epitelio intestinal puro, es decir, sin células inmunes, lo que se denomina un organoide, que solo expresaba las moléculas presentadoras de gluten que poseen los pacientes celíacos. “De esta manera aislamos a los jugadores, para responder a nuestra pregunta con claridad”, indica esta investigadora. A este sistema agregaron las células T purificadas, gluten y distintos estímulos para estudiar la capacidad del epitelio como presentador de gluten.
Los resultados demostraron que en estas condiciones las células T comienzan a dividirse y producir inflamación.
Por qué algunas personas con genes celíacos desarrollan la enfermedad y otras no
El estudio ha permitido conocer cómo las células del epitelio intestinal pueden convertirse en determinadas condiciones en presentadoras de gluten, lo que permite avanzar en el entendimiento de por qué algunas personas con genes celíacos y que ingieren alimentos que contienen gluten, es decir, las dos condiciones necesarias pero no suficientes, desarrollan o no la enfermedad.
Posibles estímulos infecciosos
Este equipo de investigación está trabajando ya en el estudio de posibles estímulos infecciosos que podrían estimular al epitelio a desarrollar esta nueva función y predisponer al desarrollo de enfermedad celíaca.
En la valoración del estudio, Antonio López Vázquez considera muy significativas las conclusiones del mismo en lo que ayudan a comprender los mecanismos que explican la enfermedad celíaca, así como en el planteamiento de ciertas estrategias de tratamiento, complementarias a la dieta sin gluten o cuando ésta no consigue los resultados esperados.
También considera relevante otra línea de investigación del estudio en cuanto a mejora de la microbiota intestinal, “no como alternativa a la dieta sino para complementar o mejorar el abordaje de determinadas facetas de la enfermedad celiaca”.