Todos nosotros, en mayor o menor medida, decimos palabrotas cuando hablamos, sobre todo cuando estamos muy cabreados. Sin embargo, hay personas que lo hacen de forma habitual, estén o no enfadadas, y en conversaciones relajadas. Este comportamiento ¿qué indica? ¿es normal? ¿qué personalidad ocultan las personas que dicen muchas palabrotas cuando hablan? En opinión de Ana Isabel Sanz, psiquiatra especializada en trastornos afectivos, ansiedad, infancia y adolescencia, “las palabras malsonantes o tacos usadas de forma dosificada tienen un valor liberador de emociones y de disminución del estrés”.
Por ello, desde su punto de vista, “no resulta deseable rechazarlas o “demonizarlas” en exceso”. Es más, añade, “en ciertas etapas del desarrollo infantil presentan un valor de autoafirmación, de exploración de una rebeldía moderada, que conviene no penalizar en exceso por parte de los adultos, pues esa actitud se traduce en un refuerzo de esa forma de expresión”.
Los tacos “son una parte importante del lenguaje que tiene su valor y utilidad emotiva”, eso sí, “si se usan con mesura”. Según la experta, “su conocimiento implica una mayor riqueza léxica e incluso una muestra de una ventaja cognitiva”. De hecho, esta dimensión positiva “ha sido destacada por los estudios científicos más recientes en diversas disciplinas”.
Palabrotas sí pero sin abusar
Dicho esto, parece que decir tacos no es tan malo como pensamos y que, incluso, puede ser un signo de inteligencia pero ¿dónde estaría el límite? Para la psiquiatra “la clave de su utilización adecuada radica en el equilibrio, el autocontrol y la adecuación de su uso en cada contexto”.
Así, por ejemplo, “cuando los tacos monopolizan el discurso u ocupan un lugar predominante en el registro verbal de una persona es cuando aparecen problemas”, ya que esta tendencia “revela que el hablante no domina la adecuación a los diferentes contextos de su forma de expresarse, sino que solo se siente cómodo a través de un registro lingüístico rígido y no apropiado en todas las situaciones”.
Por otra parte, señala, “abundar en exceso en las palabrotas puede no ser una elección sino una limitación del registro de otras palabras o una forma de canalizar emociones intensas negativas”. En ese sentido, quizá para algunos pueda ser una forma de hacerse notar, de “construir un personaje” que represente una autoridad y seguridad impostada. Lo que está claro es que “elegir tacos en contextos formales no constituye ni una buena carta de presentación ni una forma de ser bien aceptado”.
Síndrome de Tourette o tics múltiples
La verdad es que “no hay un perfil psicológico definido asociado al uso abusivo de tacos”. En los casos más extremos, “el uso compulsivo y descontrolado de tacos puede obedecer a diversos trastornos neurológicos, por ejemplo el síndrome de Tourette o de tics múltiples, que afecta desde la niñez a la vida adulta y que suele requerir tratamiento especializado”.
En el caso de menores, indica la especialista, “suele vincularse a aquellos que quieren aparentar ser “malotes”, capaces de plantar cara a lo establecido, o a la reproducción indiscriminada de lo que oyen en su entorno, bien familiar o mediático, en concreto los vídeos que les bombardean desde ciertas redes sociales”.
En adultos, este tipo de comportamientos “puede ser un signo de querer parecer diferente, original y liberado de prejuicios”. No obstante, “no está claro que esa asociación sea tan clara”.
También puede obedecer, en ocasiones, “a una forma artificial de autoafirmación, de mostrar lo que el hablante entiende como autoridad. Tampoco hay que descartar que sea una forma de hablar que pone de manifiesto una dificultad para controlar los impulsos y las emociones”.
Qué ocultan los que dicen muchos tacos
Aunque no hay estudios concluyentes sobre este aspecto, Sanz sugiere que “frecuentemente conlleva una inseguridad subyacente que se trata de compensar con palabras que parecen revelar que no se tiene miedo a la opinión de los demás”.
En otros casos más patológicos “lo que ponen de manifiesto es un funcionamiento insuficiente de las estructuras neurobiológicas responsables del autocontrol y de la regulación de la impulsividad, las emociones y los movimientos de los órganos implicados en la emisión del lenguaje”, aunque, como indica, “esta posibilidad es la minoritaria”.
¿Inseguridad?
Además de lo comentado anteriormente, decir muchas palabrotas también puede ser un signo de inseguridad. “El abuso de tacos pone de manifiesto que se quiere transmitir o bien una autoridad o un sentido del humor que no se pueden canalizar de forma sutil o más adecuada socialmente”, explica la psiquiatra. De esta forma, “cuando las palabrotas nos dominan y no a la inversa son una rémora más que una elección”.
Otros rasgos del que dice tacos
Decir tacos, como manifestación aislada, “en principio no dice nada específico de la personalidad de la persona”. Sin embargo, “si se asocia a otras conductas que implican poco respeto a las normas (mentiras, o agresiones verbales o físicas, por ejemplo) pueden revelar un mal manejo de las emociones o dificultades en las habilidades sociales que compensan con actuaciones disruptivas”, señala la experta.
Hay que tener claro de que no hablamos de un colectivo ni de un tipo de personas específico y que, por tanto, “no se puede generalizar cómo es la personalidad del que dice muchos tacos”. A veces, apunta, “se trata de una forma aislada de inadecuación en un aspecto muy concreto –el lenguaje– y en otros casos implica trastornos más severos y generalizados, bien porque exista un problema neurológico identificado, bien porque forme parte de una alteración más o menos severa de la personalidad que conlleva falta de respeto a las normas o dificultad para identificar las exigencias que regulan distintos contextos de interacción social”.
En este campo, añade, “podríamos pensar en rasgos antisociales, paranoides o narcisistas entre otros”. Pero insiste: “No son vinculaciones ni tan claras ni tan aceptadas en el ámbito de las ciencias de la conducta y no siempre existe un trastorno tras el abuso indiscriminado de palabras malsonantes”.
Qué hacer para no decir tantas palabrotas
Para los que dicen muchos tacos y quieren dejar de hacerlo hay una buena noticia: “En la mayoría de los casos es posible modificar esa tendencia”. Lo principal es “llegar a admitir que esa forma de hablar constituye un inconveniente social”, señala Sanz. Posteriormente “sería necesario identificar qué necesidades se tratan de canalizar a través de los tacos”. De esta forma, “si se logran entender los contenidos emocionales que subyacen a esa forma de hablar, se pueden buscar formas alternativas de canalizar esa carga emotiva mediante vías mejor recibidas socialmente y, por lo tanto, más efectivas desde el punto de vista comunicativo”.
La persona que se expresa monográficamente mediante palabras malsonantes “puede entender que ese modo de comunicación produce rechazo más que comprensión o imposición, es decir, lo contrario de lo que posiblemente necesita o trata de lograr”