12 mayo, 2025

Sebastián Girona, psicólogo: “Muchas mujeres pecan de pacientes con sus parejas”


Hombres y mujeres se enfrentan a diario a situaciones y formas de entender la vida en pareja que pueden llegar a ser tan divergentes que resulta muy difícil mantener una relación saludable. El psicólogo especializado en vínculos Sebastián Girona, autor del libro Te quiero pero no funciona (Plataforma Editorial, 2025), describe en una entrevista a CuídatePlus los principales puntos débiles de las parejas actuales y las posibles soluciones.
En su opinión, muchos problemas tienen su origen en una diferencia fundamental entre hombres y mujeres: buena parte de ellos viven todavía en el siglo XX, mientras que ellas ya han pasado al XXI. Esto tiene implicaciones muy variadas y negativas. Por ejemplo, en pleno año 2025, siguen siendo muchos los que “esperan que la mujer esté a su servicio y que el hombre tenga mayor poder dentro de la relación”.

Hasta dónde debe llegar la paciencia

Según explica Girona, “muchas mujeres pecan de pacientes con la esperanza de que el hombre va a cambiar, que va a mejorar”. A veces “se confunden” y piensan que están pidiendo demasiado a su pareja, aunque también es frecuente que sea “el propio hombre el que logra que la mujer piense eso: que está exigiendo más de la cuenta”.
En opinión del experto en vínculos, “cuando uno revisa qué es lo que realmente está pidiendo esa mujer, en la mayoría de los casos se trata de lo básico, de lo necesario para que una pareja funcione”. Y, al final, el resultado es que ellas “terminan pasando demasiado tiempo en una relación que probablemente no cambie y siga igual”.
La solución no es sencilla, pero el psicólogo apunta la necesidad de que las mujeres empiecen “a plantarse de otra manera frente a estos problemas” y reconoce que, aunque sea poco a poco, es algo que está empezando a pasar: “Así como también empiezan a aparecer hombres que viven más en el siglo XXI y pueden tener vínculos de mayor calidad, también hay mujeres que están empezando a tener menos paciencia y a exigir lo que corresponde tener a la hora de estar en pareja”. Pero no todo está ganado y “todavía falta camino por recorrer”.

El diálogo, una necesidad vital

Girona considera que en el origen de muchos problemas de pareja está también la falta de diálogo. “El diálogo es el oxígeno de la pareja, y así como una persona no puede vivir sin oxígeno, una pareja no puede vivir sin diálogo”, asevera. En este sentido, aclara que no se trata solo del “diálogo operativo” del día a día, con mensajes como “hay que hacer la compra” o “hay que ir a buscar a los niños al colegio”, sino un diálogo “de mayor calidad y profundidad, donde podamos hablar de lo que nos pasa y de cómo estamos”.
Al final, la ausencia de diálogo va generando un distanciamiento porque “uno de los dos (en general, la mujer) empieza a sentir frustración y, con el tiempo, comienza a descartar la herramienta del diálogo”. Se plantea lo siguiente: “¿Para qué le voy a decir esto si nunca cambia nada, si siempre estamos igual?”

Individualismo y falta de compromiso

El distanciamiento también está propiciado por el contexto social imperante, en el que el individualismo es el rey. “Vivimos en una época con muchos estímulos individuales, y eso atenta seriamente contra la construcción del nosotros que tiene que existir dentro de un vínculo”, argumenta el psicólogo.
Esa lógica individualista complica todo porque  se interpone en la construcción de los pilares que sostienen una pareja: el erotismo y el compañerismo. “Y como telón de fondo de esos dos pilares está el compromiso”, que es, de alguna manera, la casa del nosotros. “Todos esos estímulos individuales atentan contra el compromiso y contra la posibilidad real de construir un vínculo sólido y compartido”.

La empatía como forma de conexión

Frente a la falta de diálogo y el individualismo, la empatía es la mejor medicina. Consiste, ni más ni menos, que en ser sensible con el otro. Para Girona, la mejor definición es la siguiente: “La empatía es poder conectar con lo que el otro está sintiendo en determinado momento”.
Hay personas que son empáticas de manera natural, probablemente por su crianza o sus orígenes, mientras que a otras a las que les cuesta mucho más. “En el caso de los hombres, muchas veces (cada vez menos, pero todavía pasa) crecemos con ciertos mandatos: que el hombre tiene que ser fuerte, que nos hacemos a los golpes”. Todo eso “nos endurece y nos aleja de la empatía, de la sensibilidad”. Porque, si se espera que los miembros del sexo masculino sean fuertes, “ser sensibles podría parecer un obstáculo”.
No obstante, Girona cree que cada vez van apareciendo “hombres más sensibles, más conectados con lo emocional, pero todavía hay muchos a los que la empatía les cuesta bastante y eso, sin duda, es una dificultad importante a la hora de construir una pareja sana”.

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