7 enero, 2025

“Si no contamos nuestras historias, ¿quién las va a contar?”



Una muerte silenciosa, de Sebastián Schindel, es el primer lanzamiento grande del cine argentino en 2025. Filmada en San Martín, Neuquén, y protagonizada por Joaquín Furriel, Víctor Laplace y Alejandro Awada, la película tiene a Soledad Villamil en un rol jugado, tenso, que demuestra lo que es obvio: hace rato, Villamil es un rostro y una presencia que nuestro cine, nuestras tablas, deben cuidar, y es alguien que vive la cultura como pocos nombres públicos. Su entrega, su versatilidad, son la prueba de alguien que se entrega a los relatos. Su papel como Bea en Una muerte silenciosa es una prueba más: Villamil es una actriz de oro, que hace cosas que no muchos pueden hacer. En su mirada hay cine clásico, hay modernidad; en sus palabras, todo un mundo. Villamil recuerda sobre Una muerte silenciosa y su rodaje en el sur argentino: “Creo que lo que recuerdo en mi experiencia, en el cuerpo, lo que quedó muy pregnado es el lugar: la naturaleza. Fue una experiencia muy intensa filmar en la Patagonia y en esas condiciones climáticas que son todo. Condiciones que tienen un peso enorme. Fue hermoso. Para mí fue un rodaje espectacular. Era muy fácil entrar en el modo de la película e imaginar las condiciones en que vivían esos personajes. Imaginar lo hermoso y lo sórdido. La película retrata muy bien eso: no está romantizado eso, está la sordidez de eso”. El personaje de Villamil vive un momento siempre considerado de los más difíciles para atravesar en una ficción: “Era un desafío, y lo fuimos buscando. Estaba escrito en el guion y hubo que buscarle una forma. Lo trabajamos mucho con el director, Sebastián, y con Joaquín Furriel. También con Víctor, claro. Para mí era muy importante que se contara esa sensación de Bea: la sensación de abismo, de no me voy a poder mover de acá nunca más. Ese dolor, esa sensación de que se terminó todo. Lo fuimos buscando, ensayando, y para mí fue entregarme a esa emoción”.

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—¿Qué te gusta de contar en el cine? —Contar una historia en el cine es la posibilidad de contar a través de todos los sentidos. O de casi todos los sentidos. El cine tiene esa magia envolvente que te permite, que nos permite, una conexión total, una entrega muy grande y plena a la historia, al menos cuando funciona. A mí me pasa como espectadora de cine, que me abstraigo del tiempo y espacio, que estoy ahí una hora y media o el tiempo que sea y estoy ahí entregada en cuerpo y alma al relato. Eso me parece alucinante.  —¿Qué implica estrenar una película en este momento del cine argentino? —Para mí siempre tiene un valor extra estrenar una película, es un acontecimiento emocionante. Es algo bastante dicho, pero hay muchísimo trabajo detrás de una película. Es un momento de mucha celebración, porque toda esa gente detrás, todo ese esfuerzo que hizo que la película fuera posible se va concretado en la pantalla, se ve su laburo, y es hermoso. Pero creo que en este momento, con el cine nacional tan cuestionado, tan jaqueado, tan puesto en duda, tiene un valor extra.  —¿Qué te llama de un papel en este momento? —A mí me resulta muy significativo cuando leo un guion y me conmueve, me conmueve como lectora y como personaje. Cuando encuentro algo que me conmueve por fuera del personaje, algo más relacionado al relato. Ese sería el hilo rojo que une los papeles que cuento.  “En este momento del país hacer una película es una acción política” —¿Cómo vivís tu camino como artista, entre el contar y el cantar? ¿Qué dice de vos tu profesión en este momento? —Difícil decir para mí. Es una buena definición el pensarme como persona inquieta, curiosa, interesada en muchas cosas. Obviamente, he ido focalizando mi vida en torno a esto, a contar historias. Me parece que ese es un común denominador de lo que hago, ya que puede ser a través de una canción o de una ficción en la que actúo. Siempre es esta idea de la intérprete, de la transmisión. De alguien que toma un material, lo interpreta, lo comunica al que va a escuchar, al que va a ver, al que recibe. Creo que hay algo de mi naturaleza que se fue manifestando y expresando para ese lugar, para ser alguien que cuenta historias. La pasión por las historias ¿de dónde me viene? Bueno… soy geminiana. Hay algo de la comunicación mercurial, de Mercurio, que llevaba las historias entre los dioses y los hombres, que es parte de encontrar algo que a mí me conmueve y transportarlo, de hacer ese puente. Después, no sé, algo que tuvo bastante peso en mi vida fue haber vivido en una familia interesada en el arte, en la música. Algo de eso obviamente vino conmigo, y encontró un espacio para poder desarrollarse. Nunca me pasó que mi entorno o mi padre me dijera: ¿cómo vas a dedicarte a ser actriz?, ¿cómo vas a dedicarte al arte? Siempre me sentía habilitada por mí misma y por el entorno, a probar, a jugar y hacer eso. —¿Qué define la cultura en términos de acción política? —Hoy más que nunca poder hacer una película argentina, poder contar nuestras historias, nuestros paisajes, nuestro país, nuestro modo de ver el mundo para mí es un acto casi revolucionario. Qué mal estarán las cosas, o qué condiciones se darán para que las cosas se sientan así. No es solo en este país, pero acá lo estamos viviendo con mucha crudeza porque hay una situación muy concentrada en relación con la posibilidad de producir, cada vez es más difícil producir para los que no estamos en el centro del mundo, con lo cual contar y producir desde la Argentina es vital. Si nosotros no contamos nuestras historias, ¿quién las va a contar? —¿Te preocupa en términos de los trabajos que se generan dentro de la industria? —Me preocupa muchísimo. Me preocupa por mí, por mis compañeros, porque es difícil de dimensionar para un espectador lo que implica. La cantidad de gente que trabaja y no solo a nivel fuente de trabajo sino también la especificidad y los años de formación que esa gente tiene. Todos, el vestuario, el que hace foco, todo tienen una especificidad en su artesanía y oficio que si esto se corta, ¿qué hacemos? Esto se establece mucho en la práctica. Es un oficio, que se aprende de quien hizo veinte películas antes, y todas las aréas pasamos por eso. Es crucial la continuidad de la industria. Me gustaría seguir haciendo películas que nos cuenten a nosotros.

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