El pico de los casos de gripe está al llegar. Según el último informe del Instituto Carlos III, la incidencia de las infecciones respiratorias agudas (IRA) en Atención Primaria ha alcanzado los 639,8 casos por cada 100.000 habitantes en la primera semana de 2025 y, en el caso de la gripe, los contagios se han incrementado notablemente. De hecho, en las últimas dos semanas, los casos han crecido un 88%, alcanzando una tasa de 62,6 casos por cada 100.000 habitantes. El Sindicato de Enfermería (SATSE) ya ha denunciado que doce comunidades autónomas tienen hospitales con sus servicios de Urgencias “colapsados” por el cada vez mayor número de personas con gripe y otros virus respiratorios que acuden a estos centros sanitarios.
Ante el temor de que esta sobrecarga se complique aún más, los expertos recuerdan la importancia de acudir a consulta sólo en caso necesario. “La gran mayoría de las personas que padecen gripe presentan cuadros que curan entre los cinco y los siete días gracias a medicación sintomática (antitérmicos para bajar la fiebre), reposo en casa e hidratación, sin necesidad de administrar antibióticos”, recuerda Alejandro Rodríguez, coordinador nacional del Grupo de Trabajo Español de Trabajo Gripe A Grave (Getgag) de la Sociedad Española de Medicina Intensiva Crítica y Unidades Coronarias (SEMICyUC).
El especialista señala que aunque al principio se produzca una fiebre alta, un dolor muscular generalizado y una falta de apetito, se trata de señales habituales que no suponen ningún riesgo para personas sanas sin enfermedades crónicas, “ya que el organismo tiene los mecanismos necesarios para superar esta situación en pocos días. En general, estos pacientes no requieren consulta médica”.
Por su parte, Ana Luengo, coordinadora del Servicio de Urgencias de Vithas Sevilla, apunta tres síntomas por los que sí habría que consultar con el médico de forma inmediata: “Cuando la respiración sea difícil, la fiebre no baje o notemos dolor en la zona de las costillas”. En concreto sobre la fiebre, hay que preocuparse si es sostenida (sin remisiones) durante más de 48 horas y sin ceder con la medicación habitual. En estas situaciones, continúa la experta, no hay que olvidar llegar a Urgencias con la mascarilla puesta para así “proteger al resto de pacientes y a nosotros mismos”. Estas señales de alerta se suman a otras a las que hace referencia la SEMICyUC:
Alteraciones de la conciencia como agitación, desorientación, conversación incoherente o estupor.
Vómitos o diarreas persistentes.
Asimismo, también deben acudir a Urgencias los afectados por la gripe que pertenezcan a grupos vulnerables como embarazadas, personas inmunodeprimidas, con cardiopatías o con enfermedades crónicas en estado avanzado para su valoración objetiva.
Tal y como exponen desde el Servicio de Urgencias de Vithas Sevilla, “en esta época del año, estamos preparados para atender el aumento de las infecciones respiratorias, tanto en adultos como en menores. En el triaje, primer paso en la llegada a Urgencias, verificamos si hay fiebre y medimos la saturación de oxígeno. Si la saturación está por debajo del 95% es un riesgo para el paciente y este debe estar controlado”. En el caso de los menores, además, “verificamos si hay algún dolor o taponación que por su edad no sepan expresar adecuadamente”, todo ello sin olvidar “la correcta hidratación de los pacientes independientemente de su edad”.
Consejos para no pillar la gripe
Rodríguez advierte que el frío no provoca la gripe, pero sí es un factor que ayuda a la transmisión del virus, con picos máximos de 5ºC y una humedad relativa del 20%: “Además, en ambientes fríos los virus son más estables, tanto las partículas infectadas transportadas por el aire (tos, estornudos), como las depositadas en superficies, sobreviviendo más tiempo”.
“Es fundamental que, si ya tenemos síntomas, evitemos propagarlos, sobre todo si convivimos con personas más vulnerables como ancianos o mujeres embarazadas”, subraya Luengo. Para ello, “junto al uso de mascarilla, es recomendable también evitar los espacios cerrados, los besos y el contacto directo con personas enfermas, usar desinfectante de manos y, en general, extremar la higiene tanto propia como de las superficies”. Medidas simples a las que se añaden otras como ”evitar lugares concurridos, taparse la boca y la nariz al toser o estornudar, así como tirar los pañuelos desechables tras cada uso”.
En cuanto a la vacunación, “si eres mayor de 65 años, tienes alguna enfermedad crónica, estás embarazada, convives con un enfermo crónico o eres personal sanitario, la mejor prevención es vacunarse a partir del mes de octubre”.