21 abril, 2025

Soy psicoterapeuta y te explico por qué el invierno te pone triste (y cómo prevenirlo)


No es lo mismo que la poca luz que trae el invierno cause algo de melancolía o tristeza, a que esa pena llegue a interferir ya en la vida de la persona. Lo segundo se llama trastorno afectivo estacional y el psicoterapeuta Raúl Padilla cuenta a CuídatePlus de qué se trata, cómo prevenirlo y a qué herramientas recurrir para tratarlo. 
‘‘El ser humano es un animal diurno. Tenemos un reloj interno que nos dice cuándo debemos descansar y cuándo activarnos y la luz es un detonante del mismo. En eso somos muy parecidos a las plantas’’, explica. Según el experto, ‘‘cuando pasamos el equinoccio de otoño, el periodo de oscuridad diario va superando cada vez más al de luz hasta llegar a la máxima diferencia en el solsticio de invierno. Cada vez los días son más cortos y las noches, más largas’’. 
Es entonces, continúa Padilla, cuando muchos animales ralentizan su comportamiento e ingieren ingentes cantidades de alimentos para entrar en hibernación hasta la primavera. ‘‘El ser humano no hace eso, pero puede verse afectado por ese mismo fenómeno, algo que afectivamente se parecería bastante a la depresión mayor, pero que sólo estaría presente en esta época del año. De ahí, la coletilla ‘estacional’’’.
El déficit de serotonina (un neurotransmisor) es el responsable de este estado de tristeza que en algunos casos puede ser muy acusado. Asimismo, “aumenta la melatonina, hormona esencial para los ciclos de vigilia y de sueño, y se sintetiza menos vitamina D, que se produce por la acción directa del sol sobre la piel y que afecta también a la serotonina’’, agrega el psicoterapeuta.
Este trastorno guarda bastante similitud con la depresión a nivel sintomatológico:
Apatía o falta de energía. 
 
Tristeza o decaimiento. 
 
Falta de ganas de hacer actividades antes placenteras. 
 
Sentimientos desagradables sobre la persona misma, sobre el futuro o sobre lo que le rodea. 
 
Desajuste del apetito y del sueño. 
De manera más específica, se encuentran también signos asociados al trastorno afectivo estacional de invierno. El experto apunta los siguientes:
Predilección por alimentos de alto contenido calórico, especialmente de hidratos de carbono, con la subsiguiente ganancia de peso y disconformidad con el aspecto físico. 
 
Búsqueda persistente de la cama e hipersomnia, con un aumento de las horas de sueño y falta de energía. Cuanto más duermen, más cansados están. 
“Los síntomas asociados al trastorno afectivo estacional de verano, sin embargo, son un exceso energético que se manifiesta en mucha mayor actividad, insomnio, falta de apetito, disminución de peso y mayor agresividad”, manifiesta.

¿Qué se puede hacer para prevenir el trastorno afectivo estacional?

De acuerdo con Padilla, “si algo tienen de bueno estos trastornos es que son predecibles”. En este punto, asegura, más de un 70% de quienes los padecen un año, los sufrirán el siguiente y en las mismas fechas. Por tanto, si la persona ha necesitado de un tratamiento para abordar este cuadro depresivo, puede aplicarlo al año siguiente, “pero comenzando antes y con una posología (dosificación de un medicamento) más baja e ir subiendo a medida que los síntomas empiezan a aparecer”.
“Siempre va a haber una alteración anímica cuando cambia la estación porque cambia lo que nos rodea y tenemos que adaptarnos a dicho cambio. Sin embargo, no es lo mismo un fin de semana tristón porque nos han cambiado la hora y atardece a las siete que tener que levantar un edredón que pesa una tonelada cada día para bajar a este mundo… y así hasta la primavera”, aclara el experto.

¿Cómo se trata el trastorno afectivo estacional?

Como este trastorno se da sobre todo en invierno, Padilla indica que el tratamiento irá encaminado a la regulación de la serotonina y a paliar los efectos secundarios que tiene este déficit en el pensamiento.
Para ello, se recurre a la fototerapia, “que es la exposición a primera hora de la mañana a una fuente de luz que tiene todo el espectro solar salvo el rango ultravioleta perjudicial. Esta simulación de amanecer, que se extiende durante una media hora diaria, al cabo de varias semanas empieza a surtir efecto”.
Por otra parte, Padilla alude al uso de fármacos antidepresivos, sobre todo de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, que hacen que permanezca más tiempo en el flujo haciendo su efecto antes de ser metabolizada. “La administración de un complemento de vitamina D, que regula la producción de serotonina, puede ayudar aunque se dan bastantes casos en los que no afecta de forma significativa”, advierte.
Por último, el experto señala que la psicoterapia también es una herramienta que se usa en el trastorno afectivo estacional de verano: “Para ambos resulta básica una ayuda para superar los bucles de pensamiento desadaptativos que perpetúan los procesos depresivos. La terapia suele ser grupal y se orienta a aprender formas distintas de pensar y a cómo relacionarse con estos periodos estacionales con sus peculiaridades. Desarrollar nuevas herramientas para relativizar su efecto en el día a día puede ser una terapia igual o mejor que la fototerapia para los de invierno y básica para los de verano”. 

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