6 octubre, 2024

Sueños, tragedia y esperanza según el espejo del cine



Alice Kuppenheim y Daniel Muñoz en “Allende en su laberinto”, de Miguel Littin. Decir que el 11 de septiembre de 1973 fue un anticipo de lo que ocurriría en la Argentina en 1976 no es descabellado. Todavía existía en Latinoamérica la tentadora e irresistible capacidad represiva de las fuerzas armadas como brazo ejecutor de políticas contrarias a la vida democrática, principalmente obedientes a los cánones impartidos por las economías dominantes.   En ese sentido y sin obtener en el marco electoral una mayoría contundente -como después ocurrió en Argentina con el regreso del exilio de Juan Perón que logró el 62 por ciento- era lógico que el paréntesis socialista de Salvador Allende, que encabezó la propuesta de la alianza Unidad Popular, se trataba de una utopía, que antes de lo pensado devino muerte anunciada.   “Yo pisaré las calles nuevamente de la que fue Santiago ensangrentada y en una hermosa plaza liberada me detendré a llorar por los ausentes” predica la canción que Pablo Milanés, su autor, confesó como el único de sus temas compuesto en tan solo diez minutos, apenas supo de la muerte de Miguel Enríquez, el fundador del MIR, el 5 de octubre de 1974.   Es obvio que el autor de aquella letra -tan cantada con emoción y hasta lágrimas- supo cómo encender, años después de aquel final, la llama de la memoria. Lo logró desde el recurso poético de hablar, con no menos nostalgia que dolor, de un hecho que conmovió a los chilenos y al mundo a comienzos de la década del 70, hace tanto y tan poco como medio siglo. Ben Kingsley y Sigourney Weaver en “La muerte y la doncella”.
Es que en verdad aquel sueño utópico socialista de Salvador Allende fue una licencia poética que se tomó un país que no estaba preparado para ese ramo de hechos trascendentes que, seguramente, aquel gobernante, líder o como queramos llamarlo, de profesión médico, acarició primero como sueño juvenil y ya maduro en la militancia, atravesando un largo recorrido antes de su llegada al poder político de la Nación por la vía democrática, con casi el 37 por ciento de los votos.En aquellas elecciones el resultado no pareció suficiente  frente al opositor Jorge Alessandri, al mando de una coalición a solo un punto de distancia, mientras que la Democracia Cristiana quedó tercera. Así definido en “casi tres tercios” buena parte de los contrincantes, enfilados tras el lema “Por la razón o por la fuerza” fue impulsado, con principal apoyo de grandes sectores del poder económico, a quebrar aquel mandato popular en septiembre de 1973.
Para hablar del cine que de alguna forma pisa nuevamente aquellas calles de aquel “…Santiago ensangrentadas…” tras una larga lucha liberadas de la dictadura, pero no de las divisiones que todavía hoy dan signos de estar allí, es imprescindible pensar nombres como los de los cineastas chilenos Miguel Littin o Patricio Guzmán, pero también aquellos otros que sin ser nacidos o criados en Chile denunciaron lo que allí ocurría como fue el caso de Costa Gavras con Desaparecido.   Entre documentales, ficciones basadas en hechos reales y ficciones alegóricas, como la citada pieza clave protagonizada por Jack Lemmon y Sissy Spacek -curiosamente en tiempos de Ronald Reagan y en coproducción con México- o La muerte y la doncella, de Roman Polanski, según el relato de Ariel Dorfman, con mayores o menores referencias el cine ofreció hasta ahora casi medio centenar de títulos ligados al tema. 
En coincidencia con este aniversario, Cine.ar incluye en su oferta de septiembre los 16 cortometrajes que integran la serie Una historia necesaria, una producción chilena de 1917 para el canal de cable 13C acerca de víctimas del terrorismo de Estado, como Ana González, Cecilia Bojanic, Diana Arón, Gonzalo Toro Garland, Claudio Thauby, David Silberman, la familia de Jorge Dorival, Alan Bruce, Reinaldo Pereira, Álvaro Barrios, Alfonso Chanfreau y Erika Hennings, y a familia D’Apollonio.Estos son apenas 10 títulos de esa larga lista. Quizás una ajustada síntesis de distintas formas de abordar la historia, la grande y épica y esa otra más pequeña pero igual de profunda, con criaturas a escala humana que generan una pronta empatía.   Jean-Louis Trintignant en “Llueve sobre Santiago”.

1. Llueve sobre Santiago (1975)

Todavía en caliente, solamente habían pasado dos años del golpe y la dictadura estaba por entonces en su apogeo, el cineasta chileno Helvio Soto, exiliado en Francia logró que productores de ese país y de Bélgica se unieran para respaldar un relato de los acontecimientos inmediatos al golpe del 11 de septiembre y los que ocurrió de inmediato, con su consecuencia de muertes, desapariciones -hubo alrededor de 1200 pero se supone que fueron más-, persecuciones, censuras y exilios, que suman cerca de 40.000 víctimas.   Jean-Louis Trintignant y Annie Girardot, encabezaban un vasto elenco que -de acuerdo a un eje argumental ficcionado con algunas limitaciones- repasa los momentos que marcaron a fuego aquella vuelta de página dada por la complicidad de fuerzas militares, políticas y económicas locales con el Foreign Office con sede en Washington a la cabeza. Así lo reconocería él propio Henry Kissinger, entonces consejero de seguridad de Reagan, por ejemplo, en el episodio del Estadio Nacional con el asesinato de Víctor Jara.   También sobresale el tema  de la represión, con música de Astor Piazzola, que a su manera y con tantas melodías que suenan porteñas y bien de Buenos Aires más que de Santiago, anticipan aquella otra pesadilla que, pocos meses después del estreno de la película en Europa, comenzaría en la Argentina. El film está disponible en youtube. 
 

2. Desaparecido (1975)

Costa Gavras venía de ser aplaudido por títulos políticamente comprometidos como las legendarias Z, La confesión o Estado de sitio, que pusieron en pantalla temas políticos de Grecia, Checoslovaquia y Uruguay (ambientada en Santiago de Chile), cuando decidió contar la historia de un periodista estadounidense que, de paso por Chile durante 1973, termina desaparecido e impulsando a su padre a viajar hasta el país para pelearla con quien fuera para recuperarlo.
Para el cine, de alguna forma respaldado por Estados Unidos -en este caso a través del sello Universal- la fuerza de “Desaparecido” (que paradojalmente fue rodada en Montevideo, donde trascurría “Estado de sitio”, que fue rodada en Santiago), debía pasar por lo que le ocurría a un estadounidense en ese país. No obstante, al cineasta griego esa idea le sirvió para romper el hielo, y por eso mismo logra trascender la anécdota para convertir a su obra en una denuncia de lo que seguía siendo habitual allí, muy al sur del Río Bravo.   No es casual que la metáfora del caballo solitario recorriendo las calles de aquel Santiago ensangrentado incluida por el cineasta griego siempre comprometido con lo político, se repita tiempo después -en 1982- en la ficción fantástica Blade Runner, de Ridley Scott, cuya acción discurre en el (entonces) futuro de 2019, esta vez cabalgando por un Los Ángeles tecnológico, como su predecesor, en una ciudad oscurecida por las tinieblas, pero que como las de la capital chilena ametrallada, huele a pesadilla. Bastián Bodenhöffer en “Imagen latente”, de Pablo Perelman.

3. Imagen latente (1987)

El chileno Pablo Perelman recurre a un fotógrafo cuyo hermano fue detenido desaparecido durante el golpe militar, que sale a las calles de la gran ciudad en su intento de saber qué fue lo que pasó con aquel ser querido que presentía muerto. A 10 años del golpe, los efectos se sienten en la población a partir del gris cotidiano y de la curiosa sensación de control que invadiría las calles, con el recuerdo de aquel Palacio de La Moneda en llamas, y la seguridad de que sería muy difícil, quizás imposible escapar de ese laberinto al que había sido condenado un país.Lo que descubre el protagonista es la soledad y la tristeza generada por el silencio al que todo inconformista debía someterse para poder sobrevivir. Ese clima de época es el que hace a su obra más hipnótica, si se quiere por su realismo impiadoso, que no necesita de largos discursos para sacudir, sino apenas las conclusiones de su protagonista (disponible en Cineteca Nacional de Chile http://cclm.cl/cineteca-online/imagen-latente/).

“La Batalla de Chile Parte II: El Golpe de Estado”

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4. La batalla de Chile (Ep. 2)-El golpe de Estado (1996)

El segundo episodio de esta monumental obra de Patricio Guzmán compila imágenes crudas de lo que ocurrió antes y durante aquel 11 de septiembre de 1973. Así, abarca los convulsionados últimos tres meses previos al golpe, logrando un trabajo que además de fidedigno resulta valioso por sacar partido de todas aquellas formas lingüísticas del formato documental. Ya había para entonces ejemplos  -a esa altura didácticos- como la argentina La hora de los hornos, de Fernando Solanas y Octavio Getino, al frente del Grupo Liberación.Desde Estados Unidos, Richard Nixon secundado por Henry Kissinger respalda las huelgas contra Allende (la del cobre, la del transporte, la de los pequeños comerciantes y cacerolazos) a la vez que fomenta el caos social que se convertiría en la justificación de un golpe de Estado. Allende, tras el rechazo de ayuda de la Democracia Cristiana y la imposibilidad de lograr unidad entre los propios, no puede impedirlo. 
Los textos elegidos por el autor son brillantes, al igual que la potencia de las imágenes. No precisamente por la exposición de la cruda violencia, sino por una aceitada edición que les aporta una dinámica vibrante, contundente, diferente, a las que habitualmente recurren los cultores del género cuando está teñido por el discurso de la militancia política (disponible en Youtube).

5. Colonia Dignidad (2015)

La colonia a la que alude el título fue fundada en Chile en 1961 como un asentamiento de colonos alemanes en la comuna de Parral en la Provincia de Linares que se convirtió en centro de detención, tortura y exterminio durante la dictadura de Pinochet.El director Florian Gallenberger, ganador del Oscar por su cortometraje Quiero ser (2001) cuenta la historia de una azafata alemana llamada Lena, que visita a su pareja -Daniel- también alemán, fotógrafo y artista gráfico, llegado a  Chile  meses antes.  Ambos son detenidos en el Estadio Nacional,  en coincidencia con el golpe militar.La mujer es liberada, pero Daniel queda en manos de la DINA, (Dirección de Inteligencia Nacional) y es trasladado a la Colonia Dignidad. Hasta allí se llega Lena, disfrazada de monja y simulando ser seguidora de Paul Schafer, el siniestro fundador del lugar, que la acepta como colaboradora, circunstancia que le revela el horror.Las figuras principales de la coproducción entre Chile y Alemania Colonia Dignidad son nada menos que Emma Watson y Daniel Bruhl. (disponible en Apple TV, Google Play, Youtube).
 

6. Post Mortem (2010)

Pablo Larrain es un director muy preocupado por el tema de la dictadura, pero cuidadoso de evitar los lugares comunes apela en cambio a la elaboración de metáforas de simple traducción, lo que ocurre con el caso de este relato que lo llevó a la consideración internacional.El director proviene de una familia de políticos: hijo de Hernán Larraín -legislador y ministro de Justicia y Derechos Humanos de Sebastián Piñera- y de Magdalena Latte, también ministra, pero de Vivienda. Larraín padre fue, además, polémico defensor de Paul Schafer, fundador de la Colonia Dignidad, antes referida en este repaso.En Post Mortem, el director cuenta -con la ayuda de su coguionista Mateo Iribarren- la historia de Mario, un cincuentón solitario y voyeurista, cuyo trabajo es cargar en computadora los informes médicos de los patólogos encargados de las autopsias, mientras sueña con su vecina, una bailarina de cabaret que es secuestrada por un grupo militar aquel trágico 11 de septiembre.   En la escena también es testigo del secuestro del hermano de la mujer y de su padre, uno de los líderes del Partido Comunista, comprometido con Salvador Allende y eso lo impulsa a una búsqueda, que por su profesión lo lleva a recorrer la morgue donde se acumulan cuerpos de las víctimas de la represión y es en ese lugar donde ocurrirá algo clave.   No es casual que el para el papel protagónico Larrain haya elegido a Alfredo Castro, ese gran actor chileno que ya venía de protagonizar con el mismo director, la memorable Tony Manero, esta vez acompañado por otra gran figura de la escena trasandina como Antonia Zegers, esposa del cineasta.En la primera semana de septiembre, en el Festival de Venecia, Larraín presento su última película, El conde, una fantasía corrosiva donde Pinochet, en la figura un vampiro encerrado en un palacio ruinoso, intenta restaurar la monarquía. La producción se estrenará por Netflix el 15 de septiembre.

7.  No (2012)

Nuevamente Larrain recuerda momentos claves de su país. Esta vez, aborda la trastienda de lo que ocurrió en los cuarteles de los impulsores de la vuelta a la democracia. La trama se desarrolla durante la convocatoria en 1988 a un plebiscito entre el “SÍ” (a la continuidad el régimen dictatorial) y el  “NO”, que implicaba volver a las urnas.
El eje está puesto en un publicista joven, interpretado por el actor mexicano Gael García Bernal, ya consagrado por obras como Diarios de motocicleta y Babel entre muchas otras. El guion es del propio Larraín, de acuerdo al texto de Pedro Peirano a partir de una obra de Antonio Skármeta.La película -primera propuesta chilena en candidatearse al Oscar de Hollywood- encuadra a este joven que tiene la curiosa idea de impulsar el “NO” como si se tratara de una bebida gaseosa o un producto masivo a través de spots televisivos que pusieran la esperanza por delante de los tiempos duros vividos.En el plebiscito del 5 de octubre de 1988, venció la oposición al oficialismo, porque del total de votos escrutados, el SÍ logró el 43,01 % y el NO, el 54,71 %, lo que implicó el regreso al formato democrático, no obstante las limitaciones que el régimen saliente impuso a esta nueva etapa de la gobernabilidad chilena. Miguel Littin es conocido por su mítica El chacal de Nahueltoro. Dirigió luego, en tiempos de militancia,  La tierra prometida, Compañero Presidente, y en resistencia Actas de Marusia, Acta General de Chile y Los náufragos. En este caso, se toma su tiempo para regresar a aquel momento clave de Chile y de la vida de Salvador Allende. 

Trailer “La muerte de Pinochet”

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9. La muerte de Pinochet (2016)

La muerte de Augusto Pinochet, ocurrida el 10 de diciembre de 2006 en Providencia, adonde había llegado tras su larga estancia en Gran Bretaña, fue polémica por la repercusión que tuvo entre sus muchos seguidores, y el hecho de que ocurrió tras siete días de internado en el Hospital Militar de Santiago.Sus restos fueron velados en la Escuela Militar, donde honores en calidad de General del Ejército pero no como ex Jefe de Estado. Sin embargo, hubo quienes salieron a las calles para expresar su dolor, dando muestras de que a pesar de todo lo ocurrido desde 1973 en que su nombre dio la vuelta al mundo por sus atropellos a los derechos humanos, seguía conservando acólitos.Esa verdad es la que salieron a retratar Bettina Perut e Iván Osnovikof en este documental con una infinidad de seguidores de Pinochet dispuestos a destilar su odio justificador del golpe que aquel militar había encabezado y del poder que detentó hasta 1988, cuando comenzó a correrse, poco a poco, de las sombras en las que se había escondido tras alejarse de La Moneda. Basta escuchar los testimonios para dar cuenta de las profundas divisiones persistentes en la sociedad chilena y advertir que  si bien este tipo de posturas obedecen a un problema de clase y generacional, seguramente  se necesitarán varias generaciones para superarlas (puede verse en https://cinechile.cl/pelicula/la-muerte-de-pinochet/)

10. 1976 (2022)

1976 es, además de una mirada transversal del conflicto vivido apenas comenzada la dictadura, el primer encuentro de una cineasta mujer con esta temática, por fuera de los modelos habituales.
Manuela Martelli, una directora que nació diez años después de aquel golpe y además debutante con este largometraje, aprovecha su excelente caligrafía para contar una historia que trasciende lo político y se adentra en lo estrictamente humano algo sustancial para un relato que intenta abrir los ojos de aquellos que aún los tienen cerrados.La historia tiene como eje a una ex enfermera de clase acomodada que supervisa el reciclaje de su casa en la playa mientras su marido y sus hijos van y vienen durante las vacaciones de invierno, cuando un sacerdote amigo de la familia le hace un encargo: que ayude a un joven que está alojando en secreto.En una situación como esa, para la protagonista es muy difícil ocupar el papel de heroína por mil factores, pero todos tienen que ver con la condición humana en circunstancias extraordinarias, que de alguna forma recuerdan a ese clásico insuperable español que es El espíritu de la colmena, en donde el republicano refugiado en una casa abandonada es descubierto por un par de niñas.Marteli saca provecho del talento de la actriz elegida, Aline Kuppenheim para darle vida a una mujer que más allá de su entorno, sabe que lo correcto es ayudar a ese joven herido que espera reencontrarse con sus camaradas. Pero ¿cómo hacerlo si sabe que esa clandestinidad puede llevarla por delante, sujeta además al concepto patriarcal que sigue vivo en su comunidad?Escrita con Alejandra Moffat, la película de Martelli, con fotografía de Soledad Rodríguez, “1976” es tan simple como conmovedora y confirma, además, que el mejor cine acerca de aquellos tiempos difíciles sigue dando sorpresas. 

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