El inesperado pum de un cohete, la repetición del tic-tac de un reloj o la sirena de una ambulancia. Estos sonidos, tan diferentes entre sí, comparten una fobia: la fonofobia, o sea, el miedo desproporcionado a los mismos. Y no, no es que un ruido resulte simplemente desagradable, es que provoca un temor tan grande que acaba condicionando la vida de la persona que sufre este fenómeno.
Irene Ampuero López, psicóloga general sanitaria del Instituto Psicológico Cláritas, detalla a CuídatePlus que los sonidos que provocan fonofobia suelen presentar las siguientes características:
Son repentinos o inesperados, lo que genera un “castigo intermitente”, es decir, “me mantengo en alerta ya que no sé cuándo puede volver a aparecer”.
Tienen un volumen muy alto o, incluso, son repetitivos.
Están asociados a experiencias negativas en la historia de vida de la persona, activando así emociones desagradables asociadas a este evento.
“Igualmente, es importante recordar que esta fobia no depende tanto de las características del sonido, sino de las interpretaciones que hacemos sobre este y de la ausencia de recursos psicológicos para tolerar y regular esa sobreestimulación”, subraya la psicóloga.
¿Cuáles son los síntomas de la fonofobia?
Las personas con fonofobia pueden presentar diferentes síntomas que Ampuero divide en cuatro modalidades, aunque aclara que no tienen por qué darse todos en la misma persona ni de la misma manera.
Síntomas físicos
“Si la persona debido a estos síntomas se angustiase más, podría derivar en un ataque de pánico”, afirma la psicóloga.
Síntomas cognitivos
El paciente puede tener asociaciones arbitrarias de lo que ocurre. Según Ampuero, “es un pensamiento polarizado sobre las características del sonido”.
Síntomas emocionales
Irritabilidad o rabia ante sonidos “normales”.
Miedo sobre las consecuencias que tienen estos ruidos.
Tristeza o desesperanza debido al aislamiento de la persona, que condiciona su vida para evitar estos cuadros.
Síntomas conductuales
Evitación de ciertos lugares. Por ejemplo, eventos con fuegos artificiales.
Conductas de escape.
¿Cuál es la diferencia entre fonofobia e hiperacusia?
Lo primero que hay que tener en cuenta es que tanto la fonofobia como la hiperacusia pueden ser comórbidas, es decir, pueden coexistir a pesar de ser diferentes. La experta del Instituto Psicológico Cláritas resalta en qué se distinguen: “La hiperacusia es una alteración en la condición auditiva. Hay una alta sensibilidad que hace que los sonidos se perciban fuertes, molestos y que, incluso, provoquen dolor”.
Es por esta razón por la que, debido a la hiperacusia, “ciertos sonidos se asocian con ese dolor o molestia y que, por tanto, puedan derivar en una fonofobia”.
Tratamientos de la fonofobia
Para abordar la fonofobia, lo más importante es realizar psicoterapia. “Desde diferentes enfoques, al final lo que se busca es que la persona se sienta acompañada, escuchada y, sobre todo, no juzgada, ya que normalmente las fobias no son comprendidas por el entorno y están asociadas con la vergüenza y la culpa”, lamenta Ampuero, quien agrega que una vez que estos pacientes se sienten comprendidos, suelen sentir una mayor motivación al cambio. A partir de este punto, se empieza a trabajar con los siguientes objetivos:
Modificar pensamientos asociados para transformar interpretaciones irracionales a otras más funcionales que reduzcan el miedo.
Procesar eventos pasados donde la persona pudo tener una mala experiencia asociada.
Enseñar estrategias de regulación emocional (como es la identificación de emociones) y otras para gestionar los síntomas físicos, a través de técnicas de respiración o distensión muscular.
Introducción progresiva a los sonidos temidos.
En algunos casos y siempre bajo supervisión médica, se puede necesitar la toma de ansiolíticos o antidepresivos.