¿Te gustaría saber si tienes un riesgo elevado de padecer la enfermedad de Alzheimer? La mayoría de las personas responden afirmativamente cuando se les plantea esta pregunta, pero cuando llega la hora de la verdad y tienen la oportunidad real de saberlo -porque participan en un estudio o se les realiza algún tipo de análisis o evaluación por distintos motivos- son muchos menos los que siguen adelante y dan su consentimiento. Así lo revela un estudio que se acaba de publicar en la revista JAMA.
Teóricamente, conocer el riesgo de demencia puede ayudar a adoptar hábitos de vida saludables para reducir el impacto de la enfermedad si finalmente se desarrolla. Sin embargo, otra investigación publicada esta semana muestra que, aunque esta información tiene el efecto positivo de reducir la ansiedad y la angustia al actuar como bálsamo frente a la incertidumbre, con el tiempo tiende a disminuir la motivación para adoptar un estilo de vida más sano.
Inconvenientes de conocer el riesgo de Alzheimer
El principal inconveniente de conocer si se tiene un riesgo alto de padecer Alzheimer en un futuro más o menos lejano es que, hoy por hoy, no existe ningún tratamiento curativo de esta enfermedad. Se están produciendo avances importantes en el desarrollo de fármacos que ralentizan la progresión de la patología, pero aún no se ha conseguido ningún medicamento que la frene.
En cuanto a la prevención, existen algunos factores que incrementan el riesgo de Alzheimer y no se pueden modificar; principalmente, la edad y la genética. Se han identificado algunas mutaciones de genes que confieren un mayor riesgo de Alzheimer. Se podría pensar que en esos casos tiene poco sentido adoptar hábitos de vida saludables de cara a minimizar el riesgo, pero realmente no es así. Por poner un ejemplo, tener una copia del gen APOE e4 aumenta el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer y, si se tienen dos, el riesgo es aún mayor. Sin embargo, tal y como informan desde la Fundación Pasqual Maragall, “el hecho de que esté presente no implica, por sí sola, que vayamos a desarrollar la enfermedad, ya que existen otros factores de riesgo que también influyen”.
Ventajas de conocer el riesgo de Alzheimer
Y eso nos lleva a una ventaja importante que aporta el conocimiento del riesgo de Alzheimer: puede contribuir a la adopción de hábitos de vida saludables para intentar reducir la probabilidad de padecer esta patología. Hay que tener en cuenta que uno de cada tres casos de Alzheimer es atribuible a factores de riesgo que se pueden cambiar. De hecho, muchos estudios muestran que los elementos implicados son los mismos que los que inciden negativamente en la salud cardiaca. Por lo tanto, la prevención de la demencia se basa en unos hábitos de vida saludables (alimentación sana, ejercicio físico habitual, una vida social activa…) y el control de los factores de riesgo cardiovascular, como el colesterol, la hipertensión y la diabetes.
Los neurólogos suelen señalar otro punto relevante que inclina la balanza hacia el conocimiento del riesgo de Alzheimer: aquellas personas cuyas pruebas de imagen, de líquido cefalorraquídeo -o de sangre- arrojen una probabilidad muy alta pueden empezar a planificar con tiempo los cuidados sociosanitarios que recibirán en el futuro si finalmente desarrollan la patología neurodegenerativa.
Por último, hay que tener en cuenta que la investigación terapéutica en torno al Alzheimer es muy intensa y, después de unos años de sequía, se han lanzado al mercado nuevos fármacos. De momento, su eficacia es modesta, pero los neurólogos confían en que en un futuro no demasiado lejano puedan aparecer medicamentos más efectivos, sobre todo si se administran en etapas muy precoces de la enfermedad, cuando los daños cerebrales no son excesivamente acusados.