En un mundo en el que el individualismo y la competitividad están a la orden del día, tener una personalidad dominante puede abrir muchas puertas. Se podría pensar que es necesario que existan personas así porque alguien tiene que ejercer el papel de líder y dirigir al resto. Pero ¡ojo!, en realidad se trata de rasgos distintos. Hay muchos líderes buenos, que ejercen su papel dando ejemplo, dialogando e implicando a los demás, mientras que el dominio implica siempre imponerse sobre el resto. Y todas las personas que son controladas por el dominador suelen sufrir por ello. Es lo que sucede en las relaciones de pareja asimétricas: el dominado carga con todas las consecuencias negativas.
El psicólogo Sebastián Girona, especializado en vínculos, explica que una persona dominante “en general se presenta como alguien más bien rígido psicológicamente, le gusta que las cosas se hagan a su manera y suele no tolerar muy bien las diferencias”. Asimismo, “puede ser también muy exigente con ella misma y con los demás”. Advierte que esta descripción “es un extremo”; sin llegar a tanto, “una persona puede tener algún rasgo dominante que sea beneficioso porque le permite conseguir cosas por su autoexigencia y determinación”. El lado más negativo de esta personalidad “puede ser la baja tolerancia a la frustración que conlleva”.
Rasgos de una persona dominante
Estos son los principales rasgos negativos que caracterizan a un individuo dominante:
Quiere tener el control de la situación e imponer su voluntad.
Le gusta dirigir y tomar decisiones.
Tiene una gran falta de flexibilidad. Aunque escuche a los demás, tiende a no tener en cuenta su opinión.
Muestra una gran seguridad en sí mismo.
Con frecuencia se muestra demasiado competitivo y a veces agresivo.
Se expresa de forma rotunda.
Tiene dificultades para trabajar en equipo porque no acepta las opiniones de los demás.
Dominación, manipulación y psicopatía
En palabras del psicólogo, las personas dominantes pueden llegar a ser muy manipuladoras porque “siempre quieren que las cosas se hagan como ellas quieren, sin importar que en el medio están los deseos de los demás”.
Es más, una persona muy dominante “probablemente tenga rasgos psicopáticos y estas personalidades pueden llegar a tratar a las personas como cosas y no como seres que sienten y padecen”.
En opinión de Girona, es muy posible que cada vez haya más personas con este tipo de personalidad “y puede que ahora tengamos más herramientas para detectarlas y eso hace que las veamos más nítidamente”. Esta detección es crucial porque, en el fondo, una persona muy dominante “no deja de ser alguien tóxico”. Estas personas pueden llegar a ser premiadas porque “pueden ser muy exitosas desde la fachada”. Ahora bien, quienes las alaban lo hacen “desde cierta distancia, sin conocer los detalles” porque quienes tienen que tratar con ellas saben muy bien que estas personalidades “se padecen y se sufren”.
Relaciones de pareja y amistad de las personas dominantes
Si son muy dominantes, estas personas “pueden llegar a destruir a su pareja, debilitando el amor propio de esa persona y su autoestima”, asegura el experto. Con sus amigos pueden “ser líderes de un grupo, pero también ejercerán la lógica de los premios y los castigos que dañan la amistad”. Sin llegar a los extremos, Girona puntualiza que “muchas parejas sanas se forman por opuestos que se complementan y, a partir de ahí, uno de los propone más y el otro acompaña”. Este estado de cosas “no es malo si se da en una medida justa que haga funcionar a la pareja y en donde ambos estén cómodos”. Sin embargo, si ese equilibrio “se rompe y se vuelve muy asimétrico, entonces la pareja entra en una zona de riesgo con un pronóstico delicado”.
Tener una relación de pareja con una persona dominante tiende a tener consecuencias muy negativas. (Foto: Alamy/Cordonpress)
Cómo protegerse de una persona dominante
Ante las personas que ejercen un dominio patológico y tóxico sobre quienes les rodean, el mejor consejo que se puede ofrecer es la huida o, al menos, tratar de mantener la mayor distancia posible.
En lo que se refiere a las relaciones de pareja, según el psicólogo, “nadie va a poder formar una relación sana con alguien muy dominante”. Si esa persona dominante es un padre, un hermano o un familiar “el mejor consejo es dosificar la relación, verlo menos que antes, solo en situaciones sociales, tratando de minimizar el impacto”. En definitiva, lo importante es “ser conscientes de que esa persona es así y a partir de esto tomar precauciones”.