27 abril, 2025

Una vida desentrañando el clima: se retira el experto que definió qué es una ola de calor en España | Clima y Medio Ambiente

“Rock and roll star de Aemet”, “lo mejor que hemos tenido”, “ejemplo de servidor público”… se escucha en la Agencia Estatal de Meteorología, donde se ha reunido más gente que en el Día Meteorológico Mundial. ”Menudo poder de convocatoria”, se admira una compañera al entrar al comedor, donde decenas de trabajadores, incluida la directora, María José Rallo del Olmo, despiden por jubilación a César Rodríguez-Ballesteros (Madrid, 1959), el climatólogo que definió qué es una ola de calor en España. En sus 38 años de carrera bajo la premisa de que “frente a la subjetividad del clima, los datos”, este físico de formación, programador en la práctica e infografista autodidacta ha creado más de 40 aplicaciones que se usan a diario para recoger y clasificar información en la agencia.El suyo es uno de esos casos de vocación temprana: niño apasionado por el tiempo que estudia Física, se prepara la oposición y entra en el cuerpo de meteorólogos del Estado en 1986. “Lo más curioso es que, del curso selectivo que recibimos al llegar, lo que menos me gustaba era la climatología”, ríe Ballesteros, que pasó los primeros 12 años como observador en Cuatro Vientos, Cáceres y Getafe y los siguientes 26, “como pez en el agua”, alimentando el Banco Nacional de Datos Climatológicos (BDCN). Además, ha formado a casi todo el personal en sus 25 años como profesor. “De no haber sido meteorólogo, habría sido docente de alguna rama de la ciencia”, confiesa.Ana Ambrana, César Rodríguez Ballesteros, Rubén del Campo y Maite Huarte, en la entrada de la Aemet en Madrid.  Ana Ambrana, César Rodríguez Ballesteros, Rubén del Campo y Maite Huarte, en la entrada de la Aemet en Madrid. Jaime VillanuevaSu desembarco en climatología se produjo en 1995, cuando le pidieron que ampliara a todos los observatorios un programa que había creado para informatizar datos en sus destinos. “Lo hice con un Spectrum 48K y ha tenido hasta nietos. He desarrollado más de 40 programas y la estrella es Consultas BDCN, muy potente, flexible y personalizable”, explica.Su departamento es uno de los tres pilares de la agencia junto con observación y predicción. “Elaboran informes del estado del clima, proyecciones de cambio climático y predicciones estacionales”, detalla el portavoz, Rubén del Campo. “En el banco, vigilamos que funcionen el software y el hardware para la recogida de datos y realizamos análisis para poner en valor un episodio”, añade el jubilado. Es “un ser vivo en constante evolución”: cada 10 minutos entra un paquete de datos de los 93 observatorios principales y 900 automáticos, 144 al día.“Es un tesoro, el gran legado de Aemet. El dato más antiguo es de 1805, del primer observatorio, el de la Marina en San Fernando (Cádiz)”, acaricia el climatólogo como quien habla de su gran amor. “César lo es todo, deja un agujero enorme, todos los programas son suyos, ha hecho la base, llevamos semanas llorando”, lamenta Maite Huarte, jefa del banco. “Se nos va el Messi de la climatología”, compara Del Campo, a lo que su compañera Ana Ambrona agrega: “Es de lo mejor de Aemet, muy eficiente, rápido y creativo”. “El jefe maniobró para quedárselo y dijo ‘qué buen fichaje hemos hecho’. No sospechábamos cuánto”, rememora.Parte de ese cuanto es su estudio de las olas de calor en España, publicado en 2013 y que actualiza todos los años. “Cada verano nos preguntaban si esa ola había sido la peor, así que propuse hacer un análisis para clasificarlas, cuantificarlas y compararlas y lo primero que me pregunté es qué consideramos ola. Hasta entonces, no había una definición exacta ni una metodología clara”, recuerda. A grandes rasgos, la Organización Meteorológica Mundial las define como un tiempo cálido inusual que persiste durante un periodo prolongado con registros por encima de los umbrales en una zona amplia, pero la concreción de estas fronteras de intensidad, extensión y duración depende de cada país.“Probé distintos umbrales hasta que di con los que daban buenos resultados. También lo hice para las olas de frío porque, aunque casi no haya, hay que estudiarlas igual. La definición gustó y se adoptó como oficial”, detalla. Así, desde 2013 la Aemet determina que se tienen que registrar temperaturas entre el 5% de las más cálidas de julio y agosto del periodo de referencia 1971-2000, afectar al 10% de un grupo de estaciones representativas ―131 en Península y Baleares y seis en Canarias, repartidas de manera uniforme y con series de datos largas― y durar al menos tres días. ¿Habrá que cambiar la definición porque los criterios se cumplan fácilmente y vivamos en una ola de calor permanente? “Es un indicador de cambio climático, por lo que no va a cambiar a corto o medio plazo. Hay que mantener el criterio, si no sería imposible hacer climatología. Otra cosa es que se cambie la metodología”, responde.¿Cuál ha sido la peor? “La más excepcional fue la del 9 al 16 de julio de 2022. Es la segunda más larga con 18 días, la más extensa al afectar a 44 provincias y la más intensa, con una anomalía ―desviación entre la temperatura a partir de la cual es una ola y la alcanzada―de 4,5°”, responde Ballesteros. Sin embargo, “la ola marcada a fuego en la memoria por los miles de muertos y porque fue con mucho la más potente hasta ese momento es la de 2003, entre el 30 de julio y el 14 de agosto. Duró 16 días, el doble que la más larga hasta entonces, alcanzó a 38 provincias y se desvió 3,7°”.Más informaciónSupuso un doble punto de inflexión, ya que “sirvió para concienciar a la población y los gobiernos” y marcó el inicio de una nueva generación de megaolas. “Cuando la comparabas con la serie hasta ese momento fue muy sobresaliente, pero después se ha superado ampliamente en todos los parámetros y de forma recurrente. Esta superación continua es algo que no ha parado de sorprenderme porque puso el listón tan alto que parecía que lo tendríamos para rato. Pero no, el año siguiente se volvieron a batir una barbaridad de récords y el siguiente otra vez, y el siguiente más…”, contextualiza, para subrayar una aterradora tendencia: cada 10 veranos se añaden 3,3 días de ola, 3,2 provincias y 2,6° de anomalía.“Es innegable que tenemos olas más largas, extensas, frecuentes e intensas, lo que cuadra con el guion del cambio climático, que acentúa todos los fenómenos adversos”. ¿Puede dejar de ser noticia? “No debería porque es la mayor amenaza”, advierte Ballesteros, a quien le “fastidian tanto o más los que niegan el problema diciendo que siempre ha hecho calor como los que, desde los primeros días de verano, ya están hablando de ola sin ser ola, porque ambos banalizan un concepto potencialmente muy peligroso”.Este👥Perfil de AEMET es bien conocido por muchos usuarios de la red. César Rodríguez Ballesteros👏👏
Un profesional muy respetado, un gran compañero, experto y veterano guardián del valioso Banco de datos climatológicos de AEMET💎 pic.twitter.com/mL6bb2pa5n— AEMET_Corporativa (@Aemet_Corpora) April 28, 2024

Ballesteros también es admirado por su blog, Mapas y gráficos climatológicos. “Lo abrí en 2015 cuando comenzó OpenData ―el sistema para acceder a los datos en abierto de la Aemet― porque había mucha información, pero difícil de localizar”. Asociado a él, lanzó una cuenta en X en la que jamás ha dado una opinión, solo datos. Pero los ataques que recibía lo llevaron, entre la rabia y la impotencia, a dejar la red en 2023. “Los datos hablan por sí mismos con una inapelable contundencia. No admiten discusión ni réplica”, sentencia y cita como ejemplo del calentamiento que “los récords cálidos ganan por goleada a los fríos y eso es para asustar a cualquiera”.Situaciones como esta desembocaron en un giro en la política de comunicación de la Aemet: empezó a defenderse. De las cabañuelas, los bulos, los negacionistas, los chemtrails, insultos, pintadas y hasta amenazas de muerte. “Si la agencia alertara ni la mitad de las veces que aparece en un titular sensacionalista, se habría acabado el mundo”, critica Del Campo, que destaca que uno de cada cuatro mensajes a la Aemet en X emana odio, según la Universidad de La Rioja.La agencia lanzó la cuenta Aemet Corporativa para dar a conocer su trabajo y desmentir fake news. La aparición en ella de Ballesteros en 2024 lo animó a regresar tras un año de silencio: “Mucha gente me echaba de menos y decidí volver”. Confiesa que, a veces, se le hace “cuesta arriba”, pero que ha aprendido a bloquear e ignorar. “No me entra en la cabeza el acoso a la ciencia que vivimos en pleno siglo XXI. Estamos volviendo a la inquisición”, lamenta. ¿Y a qué se va a dedicar?, le preguntan en su despedida, celebrada el 8 de abril. “A mejorar el blog para matar el gusanillo”. Beatus ille.

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