11 diciembre, 2024

Vuelta al cole y a los padres quitanieves: qué son y qué consecuencias tiene para los niños


Cada vez es más habitual ver a padres que ayudan demasiado a sus hijos en el día a día. Es cierto que cuando son pequeños es normal que les ayudemos a ponerse la mochila, a abrocharse los zapatos o a ponerse el abrigo porque no pueden hacerlo solos pero a medida que van creciendo tenemos que dejar que nuestros hijos aprendan por sí solos a hacer determinadas cosas que serán habituales y a lidiar con los problemas del día a día. Esto les da autonomía, algo fundamental para su posterior desarrollo. 
Sin embargo, hay padres que actúan para evitar que sus hijos resuelvan conflictos por sí solos o que ayudan a sus hijos a hacer los deberes para evitar frustraciones. Son ejemplos de los padres “quitanieves”, un término acuñado hace más de una década por el profesor David McCullough en su libro Tú no eres especial.
El objetivo de estos padres es claro: Evitar las frustraciones de los hijos y allanarles el camino de forma extrema, algo que, como señalan los expertos, tiene consecuencias. “El aprendizaje por ensayo y error es imprescindible. No podemos pretender que un niño crezca de forma saludable sin permitirle equivocarse, enfrentarse a retos, dificultades o situaciones que son más dolorosas para los padres que las observan que para el propio niño”, explica Enric Soler, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). “Sobreproteger equivale a inutilizar. Los padres ‘quitanieves’ son fábricas de niños inútiles”, sostiene.
Para la psicopedagoga Sylvie Pérez, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, los padres o madres quitanieves son progenitores que quieren mucho, pero se comportan de forma excesivamente controladora. “En el padre sobreprotector en el fondo hay mucha necesidad de control permanente. Incluso en el colegio, con los amigos… Si algo va mal, hay que cambiar al profesor. Si no consigue hacer los deberes, es que los deberes están mal mandados. Y, si no juega todo lo que deseamos en un partido, el entrenador no vale nada”, ejemplifica.

¿Por qué actúan así los padres?

La realidad es que el número de padres así está en aumento. ¿Por qué? Los expertos señalan la ansiedad como una de las principales causas. Y es que, con este comportamiento, los padres buscan de alguna forma liberarse de la ansiedad de ver que sus hijos sufren o pueden sufrir aunque en realidad es un aprendizaje. “Es más fácil sobreproteger al niño que enfrentarse a retos propios de los adultos”, señala Soler.
Además, en opinión de Pérez, otro factor que puede influir es el miedo a la sociedad actual. Según la psicopedagoga, “la sociedad se percibe como más insegura”. Antes bajar a la calle no era un peligro porque siempre había alguien que vigilaba a nuestros hijos y los cuidaba pero ahora no, sobre todo en las grandes ciudades. Esto, señalan, influye en la forma de ser de los padres.
Por otra parte, la falta de tiempo de muchos padres tampoco ayuda. Este es otro factor que influye en este comportamiento. “Algunos padres están tan estresados que a veces hacen las cosas a sus hijos para ganar tiempo. Les solucionamos los problemas de cada edad porque no tenemos tiempo de que ellos lo hagan y lo hagan mal”, mantiene la experta.

Consecuencias negativas para el niño

Es importante dejar claro que, en la mayoría de los casos, los padres actúan de esta forma con buenas intenciones y con la creencia de que ayudan a sus hijos al evitar a los hijos cualquier posible situación de dificultad o frustración. Sin embargo, esto no es asi, esta forma de actuar “infantiliza e impide de forma muy grave el desarrollo normativo del niño, en cualquier aspecto. Da igual si es en la gestión de emociones desagradables como la frustración, en la creatividad o en la capacidad de resolución de problemas. Lo importante es que con toda la buena fe del mundo nos convertimos en su peor enemigo y frenamos su desarrollo”, explica Enric Soler.
Concretamente, puede afectarles negativamente en estos aspectos:

Inseguridad

Otra consecuencia de ser un progenitor “quitanieves” es que fomenta que los hijos se vuelvan inseguros. “Les han enseñado, aunque sea inconscientemente, que ellos solos no pueden hacer las cosas, necesitan siempre de alguien. Serán niños, jóvenes y adultos a los que les cueste tomar decisiones y tenderán a ir con otros niños más líderes”, sostiene la psicopedagoga.

Dependencia

Les costará más afrontar problemas, ya que al ser dependientes precisan de que otro les ayude a solucionar los problemas. “Lo ideal sería que nosotros, en un primer momento, solucionemos un problema, pero, con el tiempo, que les enseñemos cómo pueden solucionar ellos ese problema. Así, a medida que se van haciendo mayores, debemos enseñarles a pensar cómo solucionar las dificultades”, señala la profesora de la UOC.

Intolerancia a la frustración

La incapacidad para lidiar con la frustración es otro riesgo que corren los hijos de padres y madres “quitanieves”; una frustración que, en opinión de los expertos, es beneficioso experimentar de vez en cuando para poder aprender. “Los niños tienen derecho a frustrarse”, afirma Sylvie Pérez. 
“Si evitamos constantemente que hagan las cosas y les salgan mal porque no les hemos ayudado, no serán autosuficientes. Necesitan equivocarse para ser autosuficientes. Tienen derecho a pasar por una frustración para experimentarla y poder aprender de ella”, recuerda la profesora de la UOC, que también añade que, aunque la sociedad invite a no equivocarse y esté orientada a resultados, lo ideal no es centrarse en los resultados, sino en el proceso. “Como no valoramos los procesos, no dejamos que se equivoquen. Pero tienen derecho a ello, es una forma de aprender”, concluye.

Qué hacer para no ser un padre quitanieves

Aunque haya una fuerte tendencia a sobreproteger a los hijos, algunos consejos pueden ayudar a combatirla. Según los expertos, se trata de intentar evitar los extremos entre excesiva permisividad y excesivo control, buscando el equilibrio:

Promover la autonomía

Promover que el niño tenga conciencia de la gestión del tiempo, recordando las primeras entregas de trabajos, o fechas de exámenes, puede ser beneficioso. Sin embargo, hacerlo durante toda su vida académica “implica dejar de ser padre para ser el secretario personal del hijo. De este modo, nunca aprenderá a gestionarse por sí mismo”, recuerda el profesor colaborador de la UOC.

Enseñarles a gestionar problemas

También es lícito, según los expertos, verbalizar los miedos propios, pero siempre que se acompañe de formas de combatirlos. “No puedo únicamente trasladar el miedo; lo que puedo trasladar es la gestión de aquello que me da miedo. Es decir, si me da miedo la noche, es lícito decirlo, pero acompañado de lo que se puede hacer para combatirlo: encender una luz, poner música, ser consciente de que alguien está al lado…”, explica Sylvie Pérez.

Darse tiempo para descansar como padres

Con frecuencia, los padres sobreprotectores están cansados, porque la sobreprotección genera un desgaste al intentar controlarlo todo. Por eso, otro consejo es intentar descansar de esa sobreprotección y ver qué pasa. “Si no puedo controlar el miedo que tengo a que mi hijo vuelva solo a casa, una opción es dejarle ir solo y quedarme en la esquina. Se trata de ir comprobando que nuestros hijos salen adelante y, si no lo hacen, ver en qué han fallado e intentar ayudar. Para enseñar a volar hay que darles alas”, afirma la profesora de la UOC.

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