Saber identificar las relaciones tóxicas y cómo ponerles fin es clave por el riesgo que este tipo de relaciones conllevan para la salud mental. Al igual que aprender a construir relaciones sanas. Una idea clara previa a tener en cuenta es que las relaciones no comienzan siendo tóxicas. Esta es una de las razones que explican por qué no resulta fácil salir de ellas, explica Eva Gutiérrez, psicóloga sanitaria y autora del libro Si es tóxico no es amor (Ediciones B, Penguin Random House, 2023). Otra de sus características, y que también dificulta la ruptura, es que suelen pasar por cuatro etapas que se suceden de forma cíclica.
Una primera etapa de enamoramiento o luna de miel en la que si aparecen algunos comportamientos dañinos suelen ser muy sutiles y por ello difíciles de reconocer. Además, ambos miembros de la pareja tienden a mostrar en este momento su lado más positivo y a minusvalorar las señales que pueden advertir de que la relación no va a resultar sana.
La siguiente etapa suele caracterizarse por la acumulación de tensión, con desacuerdos y conflictos en aumento y la persona que sufre los comportamientos tóxicos tratando de modificar su comportamiento para evitar provocar la ira en su pareja, explica Gutiérrez.
A continuación suele seguir una etapa de explosión, con la relación convertida en una especie de campo de batalla, caracterizado por discusiones interminables, faltas de respeto, gritos, comentarios hirientes, insultos y humillaciones, entre otros gestos, con aparición de violencia que puede ser verbal, psicológica e incluso física en casos extremos. En este momento el sufrimiento de la persona que sufre la relación tóxica es tal que se plantea cómo ha llegado hasta allí y cómo salir de la relación.
Sigue una etapa de reconciliación, en la que la persona que ha desarrollado el comportamiento dañino, para evitar la ruptura, se mostrará arrepentida, reconocerá sus errores, pedirá peor y prometerá cambiar. Ante esto la otra persona: siente alivio, piensa que lo sucedido ha sido un hecho puntual y vuelve a ver a su pareja como la persona que la ama y que ha cometido un error, como puede sucederle a cualquiera.
Un ciclo que se repite una y otra vez
Pero la realidad es que todas estas fases se van a ir sucediendo y repitiendo una y otra vez porque en las relaciones tóxicas siempre está presente la alternancia de fases de agresión con otras de cariño. “Precisamente por eso decimos que las relaciones tóxicas son cíclicas”, indica Gutiérrez. Además, lo más frecuente es que se pase cada vez menos tiempo en la etapa de enamoramiento y más en las de tensión y explosión.
Factores implicados en las relaciones tóxicas
¿Por qué algunas personas caen una y otra vez en relaciones tóxicas a pesar de saber lo mal que se pasa? “Esta pregunta, que tantas veces me hacen en consulta, no tiene una única respuesta porque las razones son múltiples y complejas”, indica Gutiérrez. Algunos de los factores que influyen son:
Patrones de crianza
Una gran parte de lo que somos, de lo que sentimos y de cómo nos relacionamos con los demás y en nuestras relaciones de pareja lo hemos aprendido de pequeños, influenciados por nuestras familias de origen. Si se ha crecido en un entorno donde las relaciones eran disfuncionales es muy posible que no se reconozcan los signos de alarma de una relación tóxica.
La baja autoestima
La autoestima puede jugar un papel importante. Muchas personas que no creen en sí mismas mantienen relaciones tóxicas porque piensan que no merecen algo mejor. “Es duro, lo sé, pero lo veo día a día en consulta. Hay personas que tienen tal complejo de inferioridad que les lleva a aceptar todas las exigencias de su pareja, aunque ellas mismas sean conscientes de que esa relación las está destruyendo”, indica esta psicóloga.
Un ‘exceso’ de empatía
La empatía es la habilidad que nos permite comprender lo que sienten, piensan y las circunstancias que les han tocado vivir a los demás. “Si eres una persona empática, enhorabuena. Pero cuidado, porque muchas veces tu naturaleza empática te puede jugar malas pasadas, ya que puedes dar por hecho que los demás se van a comportar contigo igual que tú te comportas con ellos”.
El deseo de ayudar a los demás
Esto puede pasar especialmente si se es una persona empática. “Desde tu empatía piensas que si apuestas por tu relación, aunque sea una relación que te está haciendo mal, tu pareja se dará cuenta de lo mucho que la quieres y de todo lo que estás poniendo de tu parte para que lo vuestro funcione”. Pero la realidad es que las personas “solo cambiamos cuando queremos cambiar, así que por mucho que desees que tu pareja cambie, no lo hará si no decide hacerlo”.
Los mitos sobre el amor romántico
Estamos permanentemente influenciados por conceptos sobre lo que es el amor romántico: “los polos opuestos se atraen”, “los que se pelean se desean”, “si me quiere cambiará por mí”, “sin ti no soy nada”… “Decimos estas consideraciones tan a la ligera y las tenemos tan interiorizadas que muchísimas veces las aceptamos como verdaderas, aunque no lo sean”.
No haber vivido nunca una relación sana
Si no se ha tenido nunca una relación de pareja sana se puede pensar que una relación de pareja tóxica es una relación normal, cuando no lo es. “Si el único modelo de relación que se conoce es el de una relación tóxica, se caerá una y otra vez en este tipo de relaciones”.
El miedo a la soledad
“Los seres humanos no estamos preparados para la soledad y por eso a menudo preferimos tener relaciones mediocres e incluso tóxicas a no tener pareja”.
Búsqueda de lo que ya se conoce
Aunque una relación tóxica es terriblemente destructiva para la persona que la sufre, “puede sentirse atracción hacia este tipo de relaciones porque es lo que se conoce y algo que te resulta familiar puede ser más cómodo y atrayente, a pesar de ser perjudicial”.
Claves para huir de las relaciones tóxicas
La buena noticia, explica la psicóloga, es que se puede aprender a evitar caer una y otra vez en relaciones tóxicas. Una primera clave es reflexionar sobre cómo han sido las relaciones previas e identificar los patrones presentes. También es necesario pensar en cuáles son las necesidades propias cuando se está en pareja y establecer límites con respecto a qué es lo que se quiere y qué no en una relación.
Otras claves son saber construir una autoestima saludable y aprender a detectar las primeras señales de alerta cuando se está conociendo a una persona para pisar el freno de una relación que puede convertirse en tóxica antes de que lo haga. Y siempre buscar ayuda especializada cuando sea necesario. “La terapia psicológica ofrecerá un espacio seguro en el que trabajar en ti y en tus patrones de comportamiento para que entiendas por qué caes una y otra vez en el mismo tipo de relaciones y puedas desarrollar estrategias para que de ahora en adelante aprendas a construir relaciones sanas y seguras basadas en el amor de verdad”.