La vuelta al trabajo también trae consigo también la vuelta de los tuppers. Según datos de la Asociación de Empresas de Fabricantes y Distribuidores AECOC, aunque ha disminuido el número de personas que utilizan estos recipientes para ir a la oficina, la cifra sigue siendo alta ya que, en la actualidad, 4 de cada 10 personas lo sigue usando.
Este es un buen hábito ya que el hecho de comer la comida que preparamos en casa nos asegura que no comemos de más, que comemos lo que necesitamos y que está cocinado como a nosotros nos gusta, normalmente, de la forma más saludable posible. Esta es la parte positiva. Pero también hay una parte negativa y es que, si no se conserva la comida correctamente fuera de casa y fuera de la nevera, corremos el riesgo de sufrir alguna intoxicación, además, también hay que tener en cuenta la posible transferencia de sustancias químicas, derivada del tipo de utensilio que utilicemos para su conservación y posterior calentado.
¿Cómo debemos preparar un tupper para evitar riesgos? Según informa a CuídatePlus, Anna Costa Corredor, diplomada en Nutrición Humana y Dietètica, licenciada en Biología Licenciada en Ciencia y Tecnología de los Alimentos Doctora por la Universidad de Gerona, tras el cocinando, “cuando enfriamos un alimento a temperatura ambiente con el fin de lograr que lo cocinado se enfríe hasta alcanzar temperaturas próximas a las ambientales (20-25 ºC), estamos exponiendo la comida a la contaminación microbiana”.
Y es que, “debemos entender que el aire que respiramos está lleno de bacterias, de moho y de sus esporas, de levaduras y de virus y que estos microorganismos pueden depositarse en tal “caldo de cultivo” que es lo que enfriamos dentro de un escurridor, en la sartén, en la bandeja o dentro la cazuela, sin tapar”.
Y esto es así porque “lo que comemos es una suma de componentes como proteínas, grasas, hidratos de carbono, fibra, vitaminas, minerales… sustancias que son nutrientes para nosotros pero que también lo son para los microorganismos”. En resumen: “Cuanto más tiempo pase expuesto a temperaturas entre 8 y 50 ºC, más número de microorganismos tendremos”.
Para evitar esto, hay que seguir una serie de consejos:
Colocar la preparación en los tuppers justo después de que termine la cocción (en los fogones u horno) dejando un espacio entre los alimentos y la tapa. Este espacio es necesario ya que los alimentos, que estarán a temperaturas de unos 90-95 ºC en su superficie, continuarán enfriándose mucho más rápido en la nevera y el vapor de agua desprendido calentará las moléculas de aire que queden ahí atrapadas. Esto ejercerán una cierta presión contra la tapa y el resto de recipiente, creándose un semivacío que será un punto a favor para incrementar la vida útil de lo ahí conservado.
Usar siempre los utillajes de cocina completamente limpios, sin restos orgánicos anteriores, como mínimo.
En estas condiciones, la durabilidad es de hasta unos 7 días en nevera desde el día de la cocción y su rápida conservación en frío. De esta forma, los alimentos se mantienen en buen estado higiénico, y en gran parte organoléptico.
Recalentar la comida
Tras la conservación previa en nevera, toca llevar la comida al trabajo y recalantarla. En este caso, lo seguro es “recalentarlo, consumirlo entero y no volver a guardar los restos para enfriarlos de nuevo”, informa la experta, ya que el riesgo viene, de nuevo, “del tiempo entre el recalentado y la vuelta al frigorífico”.
Si este tiempo es “media hora o una hora esta preparación se puede contaminar encima de la mesa (al igual que encima de la encimera de la cocina, o bien dentro del horno o del microondas)”. A esto añade, “se le suma la carga microbiana que se seguirá multiplicando dentro de la nevera hasta su consumo unos días después lo que puede producir riesgo de alteración microbiana (desperdicios alimentarios) o bien de toxiinfección alimentaria”. Por eso su consejo es “sacar el tupper al momento, coger la porción que vamos a comer, trasvasarla al plato, calentarla y volver a tapar el tupper enseguida para guardarlo de inmediato al frío, en caso de que hayan restos”.
También podemos calentarla en el tupper, pero en este caso hay que saber cuál es el más indicado para evitar la transferencia de sustancias químicas al organismo.
Transferencia de sustancias químicas
Y es que otro de los riesgos de los tuppers está en la transferencia de sustancias químicas. Tal y como explican desde la Organización de Consumidores y Usuarios, “en la naturaleza no existe ningún material inerte a esta transferencia, aunque la mayoría de los tuppers se consideran seguros, todos son susceptibles de transferir sustancias químicas al alimento con el que están en contacto. En determinadas circunstancias, el riesgo de migración aumenta: por ejemplo, es mayor en alimentos líquidos grasos que en sólidos secos y mayor a temperaturas altas que bajas”.
Evitar la migración es imposible, pero sí está en nuestra mano reducirla al máximo. La OCU aconseja seguir una serie de recomendaciones para guardar los alimentos y la comida cocinada y también para calentarla, de forma que la exposición a sustancias químicas potencialmente dañinas sea la menor posible.
Utiliza preferiblemente recipientes de vidrio, acero inoxidable y cerámica, en particular cuando vayas a guardar alimentos ácidos, salados y grasos y todo tipo de alimentos calientes.
El símbolo de vaso y tenedor indica que es un material apto para el contacto con alimentos. No es obligatorio, pero su presencia ayuda a distinguir platos y recipientes de uso alimentario de otros que están pensados para adornar la mesa, como algunos grandes bajoplatos de colores.
Asegúrate de que el recipiente puede utilizarse en el microondas. Suele indicarse con un símbolo y generalmente viene escrita la potencia máxima admitida.
Los envases que vienen incorporados con algunos alimentos, como la botella de plástico de agua o la tarrina de helado, se aprueban para ser utilizados para un tipo de alimento concreto y una sola vez. No los introduzcas en el microondas.
Cuando compres una comida preparada lista para calentar en casa, aunque indique que se puede calentar en el microondas en el envase original, es preferible que la cambies a un plato adecuado.
Respeta la temperatura máxima marcada por el fabricante. Suele figurar sobre todo en los envases de silicona y plástico.
El papel de aluminio no lo utilices para envolver alimentos ni salados (como embutidos) ni ácidos (como tomates troceados). Lo indican los propios fabricantes de papel de aluminio en la caja de cartón.
Evita los envases con mucho olor o sabor a plástico o metal. Pueden ser signos de que el material ha dejado de ser estable.
No uses envases gastados y en mal estado: el deterioro puede aumentar el riesgo de migración.
El bambú es un material que da lugar a confusiones y errores graves. Nada tiene que ver el material 100% vegetal con el plástico con fibra de bambú:
Los utensilios elaborados con un 100% de bambú están hechos con fibra de bambú sin modificar. Este material está autorizado para uso alimentario y se considera seguro.
Por el contrario, los plásticos mezclados con bambú no son seguros, pues pueden tener en su composición sustancias tóxicas como la melamina y el formaldehido. Por ello, su venta para uso alimentario está prohibida en la UE. Si tienes en casa vasos, tápers o vajilla de plástico con bambú, no los uses con alimentos.