27 julio, 2024

El tabaco calentado, ni es menos dañino ni ayuda a dejar de fumar

En un extremo de la cuerda, la industria tabacalera. Que son menos dañinos que el tabaco convencional y que ayudan a dejar de fumar son los dos mensajes clave a los que se aferra con ganas y con los que apunta directamente a los más jóvenes. En el otro, la evidencia científica, que a través de la investigación trata de poner freno a esta agresiva estrategia de marketing. En el centro, los Productos de Tabaco Calentado (PTC). Y, en medio de este tira y afloja, CuídatePlus ha consultado a los expertos para levantar el brazo al que es el claro vencedor de la verdad.
Los PTC son nuevos dispositivos para fumar que, a diferencia del tabaco tradicional, se calienta en lugar de sufrir combustión. Aunque su consumo es todavía minoritario en España, este se ha multiplicado desde que se lanzara al mercado hace relativamente poco. En este sentido, la idea que quiere transmitir la industria tabacalera es que al calentarse a menor temperatura, no se genera combustión directa de la hoja de tabaco, que es el proceso más tóxico del consumo. Sin embargo, “produce humo y la misma sensación de fumar. Esto estaría asociado, siempre según defiende la industria, a un menor daño por su consumo crónico”, señala Juan Pablo de Torres, codirector del Departamento de Neumología de la Clínica Universidad de Navarra (CUN).
Lo cierto es que estos dispositivos, que se presentan de forma más sofisticada y tecnológica, contienen nicotina. Una encuesta reciente del Observatorio del Cáncer, una plataforma de investigación promovida por la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), advierte de la toxicidad del producto y de las emisiones que genera al ser consumido. “En cuanto a su composición, los PTC son similares a un cigarrillo convencional, contienen nicotina y otras sustancias que pueden tener implicaciones para la salud al ser sometidas a altas temperaturas”, indica el documento.
Desde la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (SEFAC) se informa de que se utilizan alrededor de 600 aditivos en los PTC. Entre ellos, metales pesados como el hierro y titanio, usados para colorar; o el níquel, cromo y plomo en el vapor.
Por todo ello, acerca de la premisa de que este sistema conlleva efectos menos perjudiciales, no hay evidencia científica que lo pruebe. “Es un tema que la industria explota muy intencionadamente”, afirma de Torres, que lamenta que la investigación en este campo es lenta. “Nos demoramos entre 30 y 40 años en demostrar que el consumo de tabaco convencional afecta a todos los órganos del sistema humano. Se tardó mucho tiempo en hacer estudios serios para que fueran finalmente aceptados por la comunidad científica”, declara.
Una vez demostrado, continúa el especialista, se lanzaron numerosas campañas “para disminuir el tabaquismo”. Como consecuencia, los fabricantes, “de manera inteligente”, promovieron el uso de otros dispositivos para fumar. De la misma forma, la SEFAC deja claro que los PTC tampoco ayudan a dejar esta adicción, “sino todo lo contrario, son la puerta de entrada de los jóvenes al consumo de tabaco”.

La influencia de las redes sociales

Las redes sociales se han convertido para los fabricantes de estos dispositivos en el escaparate ideal para venderlos. “Muchas compañías apoyan su difusión a través de estas plataformas. Los ‘influencers’ tienen muchísimo impacto. Promueven estos productos mediante el mensaje de que son más seguros y menos dañinos”, explica de Torres. Además, el especialista reconoce la complejidad que supone para los expertos comunicarse con los jóvenes, quienes confían más en las redes.
¿Cómo combatir entonces el poder que ejercen estos medios? “Es fundamental la educación y dar un mensaje claro: el consumo menos perjudicial es el consumo cero. Cualquier sustancia química inhalada va a dañarnos”, responde el neumólogo. Así, no sólo los PTC, también los cigarrillos electrónicos, vapeadores, pipas de agua y los sistemas de calentamiento de tabaco no son inofensivos para la salud.
“Aún es pronto para poder afirmar científicamente los verdaderos inconvenientes de estos sistemas”, apunta la SEFAC, pero alerta del aumento de efectos secundarios, “así como casos de enfermedades pulmonares nuevas y de neumonías graves detectadas entre los centenares de jóvenes americanos consumidores de vaporizadores”.

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