Cuando se inicia una relación sentimental con una persona que aporta hijos de un vínculo anterior puede no resultar fácil la aceptación por parte de esos hijos de la nueva pareja de su padre o madre y la convivencia se convierte en una fuente continua de conflictos. Si se quiere conseguir una relación en armonía es fundamental seguir unos pasos y, sobre todo, no cometer una serie de errores frecuentes, a veces propiciados desde la buena voluntad, pero también desde la inexperiencia y el desconocimiento.
Para orientar el camino más adecuado habrá que tener en cuenta cuestiones importantes como son la edad de los hijos, si va a existir convivencia con ellos en el mismo hogar o no y si la persona tiene también hijos propios o no tiene experiencia en la crianza.
Lo primero, abordar el tema con la pareja
La premisa fundamental de partida es que los dos miembros de la pareja “deben estar en la misma página en lo que al establecimiento de las nuevas relaciones se refiere”, señala el psicólogo Luis Real.
En la misma línea se pronuncia la psicóloga clínica Laura Fuster, quien señala como primera medida fundamental la comunicación. “Debemos abordar el tema con nuestra pareja y conocer qué estilos educativos tiene cada uno y cómo pueden afectar a la armonía familiar. Como puede resultar evidente si ambos miembros de la pareja tienen ideas similares sobre la educación y comparten los mismo valores familiares “esto facilitará mucho las cosas. Para ello el primer paso es hablar”, indica esta experta.
Por el contrario, “si cada miembro de la pareja piensa de un modo diferente, muchas situaciones del día a día pueden convertirse en fuente de conflicto”, añade.
Ejemplos concretos
Fuster pone algunos ejemplos concretos. “Sería el caso de que el progenitor de los niños tuviera un estilo autoritario y su pareja más laxo. O que un miembro de la pareja diera mucha importancia a la forma de hablar y evitar los insultos y a la otra parte le diera igual”.
Lo que está claro y tanto Luis Real como Laura Fuster coinciden en destacar es que la última palabra la tiene el padre o madre de los niños.
Quién tiene la autoridad
“La autoridad la tiene el progenitor de los niños, son sus hijos, no los de la nueva pareja, y el poder o autoridad que tenga la nueva pareja será la que le transmita el padre o madre de los niños. Es muy importante la relación que exhiba la pareja delante de los hijos porque puede ser fuente de conflicto. Por ello es tan importante hablar y dejar claro cómo quiere el progenitor que su nueva pareja se comporte con sus hijos y cuál va a ser su papel, así como que los niños lo sepan”, indica Luis Real.
Esto implica tener claro cuándo hay que poner límites y establecer disciplina si acuerdan poder realizarlo cualquier de los dos miembros de la nueva pareja porque se transmite y comparte ese papel y ese poder, o si la autoridad la mantiene el progenitor y deberá ser éste quien trasmita las órdenes y mensajes a los niños.
Cualquiera de los dos modelos puede ser válido. En lo que coinciden ambos psicólogos es en que la pareja debe estar en sintonía respecto a la decisión tomada, respetarla y explicársela a los niños.
La última palabra a la hora de tomar decisiones, no obstante, la tendrá la persona que es madre o padre de los niños, insiste Fuster. “Por ello, es conveniente que los límites los establezca el progenitor y su pareja actúe como figura de apoyo”.
Dar un tiempo de adaptación al cambio
Una cuestión importante para minimizar el riesgo de conflicto es dar tiempo a los niños a que se habitúen a los cambios, teniendo muy presente cómo han vivido la separación de sus padres. “A veces pueden requerir un periodo de adaptación más o menos largo”, indica Real.
Respetar las rutinas
Además es importante tratar de respetar las rutinas que los niños ya tienen incorporadas, sobre todo, si son pequeños.
Una cuestión necesaria es comprender que los niños pueden haber vivido o estar viviendo aún un duelo, tanto si su padre o su madre ha fallecido, como en caso de separación. “Y es necesario definir bien en qué estado de ese duelo se encuentran”, precisa Real.
Introducir actividades de disfrute compartido
Además de respetar sus tiempos otra medida que ayuda es introducir actividades de disfrute compartido, “lo cual contribuye a establecer y reforzar vínculos afectivos”, indica Real, siempre con la premisa de que “no debemos aspirar a sustituir a nadie ni convertirnos en el nuevo padre o madre de los hijos de nuestra pareja”. El objetivo debe ser establecer una relación cordial y de respeto pero no transformarnos en quienes no somos porque si el niño percibe que alguien tratar de reemplazar a su padre o su madre va a ser fuente de conflicto.
No obsesionarse
“Tampoco hay que obsesionarse con conseguir una relación mágica y frustrarse si no se consigue; que si llega es maravilloso, por supuesto, pero con una relación cordial, de respeto y acompañamiento puede ser más que suficiente”, añade Luis Real.
En el caso de adolescentes es clave respetar sus espacios porque tienen una edad “en la que se valora mucho la independencia y si alguien en principio extraño llega a su vida imponiendo nuevas normas muy probablemente surjan los conflictos”, indica este psicólogo.
Para minimizar este riesgo es clave la gestión del tiempo para permitir el conocimiento y la adaptación y la coordinación entre los dos miembros de la pareja.
En caso de que los hijos de la pareja sean jóvenes, es decir, ya hayan pasado la adolescencia, la pauta es “tratarlos como a iguales, con el mismo respeto y consideración con los que trataríamos a cualquier adulto”, indica Real.
Errores frecuentes
Fuster enumera algunos de los errores que se cometen con más frecuencia y que deben estar presentes para tratar de evitarlos:
Querer imponer un criterio educativo sin ser el padre o madre. Si la pareja tiene hijos se debe actuar como apoyo, respetando sus decisiones.
Conocer a los niños demasiado pronto. Es mejor conocer bien a la pareja y después, de manera progresiva, a sus hijos.
Pensar que el amor todo lo puede. Existen diferencias entre las personas que hacen muy difícil la relación de pareja. Es importante plantearse de una manera sincera si queremos que nuestra pareja tenga hijos previos y en qué condiciones.
Meternos en la relación con él/la ex de nuestra pareja. Es importante ser muy prudente con las opiniones respecto al otro progenitor de los niños. Por ello, conviene pensar bien qué se dice sobre el padre/madre de los pequeños delante de la actual pareja y, sobre todo, delante de sus hijos.
Querer ocupar un lugar que no corresponde. “No somos los padres o madres de esos niños, podemos ayudarlos y quererlos, pero ya tienen sus propios progenitores”.
Pautas de actuación
Y sobre las situaciones que suelen generar conflicto y cómo evitarlo o saber manejarlo esta experta recomienda también una serie de pautas prácticas:
Hablar previamente la pareja. “Debemos tener conversaciones previas con los adultos, tomar decisiones y después comunicarlas a los niños. La improvisación no suele ayudar en estos casos”.
Corregirse en privado. “Es importante no contradecirse delante de los niños ya que es muy posible que esto nos quite autoridad”.
Ser consistente con los límites. “No cambiar límites o castigos que ya se han puesto. Por ello, es importante haberlos meditado antes. Por ejemplo, es muy típico poner el castigo de no vamos al parque en todo el fin de semana. Antes de poner este castigo, debemos pensar si va a ser posible estar todo el fin de semana en casa con niños pequeños. Lo más normal será que incumplamos nuestra propia norma, perdiendo autoridad para futuras situaciones”.
De igual modo, no deben saltarse límites o normas que haya establecido la otra parte de la pareja. “Si no nos parecen bien, lo mejor es hablarlo primero los adultos y llegar a un acuerdo sobre un posible cambio”.