La ingesta dietética es un factor que puede tener un impacto sobre el sueño, ya que ambos juegan un papel importante en la salud y el bienestar a largo plazo. En general, las frutas frescas son ricas en agua, fosfatos, vitaminas C, B1, B2, E, carotenos, niacina, minerales como potasio y magnesio, fibra o polifenoles, y poseen un gran potencial antioxidante, especialmente los cítricos, kiwis, cerezas, fresas, frambuesas, etc. El plátano aporta triptófano, magnesio y potasio.
Por otra parte, los científicos estiman que el potencial antioxidante de la dieta puede disminuir los problemas del sueño y el triptófano es un aminoácido esencial precursor de la serotonina y la melatonina, que puede cruzar la barrera hematoencefálica.
En función de esto, parece que algunas frutas ayudan a dormir y favorecen un mejor descanso sin embargo y, aunque existen estudios que así lo apuntan, la realidad es que son insuficientes para asegurarlo al cien por cien. Así lo pone de manifiesto Rybel Wix, especialista del Grupo de Insomnio de la Sociedad Española del Sueño (SES) y de la Unidad del Sueño del Hospital Universitario La Princesa de Madrid, quien, pese a todo, califica de “prometedores” los hallazgos realizados hasta el momento: “Es importante comprender mejor los posibles mecanismos moleculares que relacionan la nutrición con la salud del cerebro y que pueden conducir a una mayor calidad del sueño”.
Investigación sobre la alimentación y el sueño
“Hay algunos estudios que han mostrado resultados positivos de algunas frutas en voluntarios sanos y/o con alguna alteración del sueño, pero se necesita más investigación y de mayor calidad para obtener datos más concretos y concluyentes”, sostiene Ana Cantón Blanco, jefa de Sección de Endocrinología y Nutrición del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS).
Kiwi y cereza ácida
Esta endocrinóloga destaca algunos estudios realizados con el kiwi y la cereza en relación a su efecto sobre parámetros del sueño. “El kiwi tiene un elevado contenido en serotonina, vitamina C, vitamina K… y se ha visto su efecto beneficioso en personas con alteraciones del sueño”, explica.
Con respecto a las cerezas, señala que tienen un elevado contenido en melatonina y compuestos fenólicos, “con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, y también han mostrado su efecto beneficioso”. Finalmente, sobre el plátano, comenta que se plantea su consumo a la hora de irse a la cama porque, además de aportar triptófano, puede favorecer, tras una serie de efectos metabólicos, la síntesis de serotonina y melatonina, lo que podría mejorar los parámetros del sueño.
Rybel Wix también hace referencia a estas frutas en concreto. Añade que “las cerezas ácidas en los estudios realizados aumentan los niveles circulantes de melatonina y mejoran el tiempo y la calidad del sueño en adultos sanos”. Otro estudio con el kiwi mostró, según explica, “una mejoría significativa en la duración total del sueño y su calidad”, pero Wix anima a la realización de más estudios para evaluar el efecto del consumo de esta fruta.
La importancia del patrón alimentario
De todas formas, ambas expertas abogan por un consumo de estas frutas dentro de un patrón alimentario saludable y equilibrado, cuyo seguimiento global sí cuenta con evidencia sobrada sobre sus beneficios en la salud. “La dieta mediterránea es un patrón dietético con beneficios para la salud que han sido demostrados científicamente y que recomienda tres o más piezas de fruta al día. Otro patrón de dieta saludable que concede gran importancia al consumo de frutas es la dieta atlántica”, subraya Ana Cantón Blanco.
En la misma línea Rybel Wix señala: “Las dietas saludables que incluyen el consumo de frutas, verduras y leche se relacionan con una mayor satisfacción del sueño, mientras que, por el contrario, conductas dietéticas poco saludables, como la ingesta de cafeína, bebidas dulces, refrescos o comida rápida, están inversamente asociadas a la satisfacción del sueño”.
De hecho, los trabajos que han analizado el papel del sueño y la calidad de la dieta muestran una asociación general entre una duración corta del sueño y una menor calidad de la dieta, así como conductas alimentarias irregulares: “Al considerar los patrones dietéticos, se ha informado que las personas que duermen menos horas siguen una dieta de menor calidad”.