Los cardiólogos atienden de tanto en tanto a pacientes que han sufrido un infarto de miocardio sin presentar, aparentemente, ningún factor de riesgo cardiovascular: hombre (o mujer) joven, no fumador, sin obesidad, que no se excede con el alcohol, sin hipercolesterolemia, sin hipertensión, sin diabetes… Cuando ahondan un poco más en el historial médico de esos pacientes y, sobre todo, en su entorno, muchas veces descubren la influencia de otros factores no convencionales, pero igualmente importantes.
En el último Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología, que se ha celebrado en Londres, se han presentado dos estudios que revelan el impacto negativo del ruido sobre la salud cardiaca. “La relación entre la contaminación acústica y las enfermedades cardiovasculares, especialmente el infarto, se investiga desde hace bastante tiempo, especialmente en las últimas décadas por el aumento de la preocupación sobre la contaminación ambiental”, ha relatado a CuídatePlus Violeta Sánchez, cardióloga del Hospital 12 de Octubre de Madrid, coordinadora del Comité Científico del proyecto SEC-FEC Verde de la Sociedad Española de Cardiología y miembro del CIBERCV.
Infarto en jóvenes expuestos a contaminación acústica
En el primero de los estudios presentados en el congreso, llevado a cabo en Alemania, se apreció que los pacientes jóvenes -menores de 50 años- que habían sufrido un infarto de miocardio tenían una exposición a niveles de ruido superiores a los de la población general. Lo más relevante de esta investigación es que se trataba de personas con un riesgo cardiovascular bajo según los factores tradicionales. “Esto demuestra que, en realidad, no son pacientes de bajo riesgo; lo que pasa es que no se han evaluado todos los factores”, apunta la cardióloga. Por lo tanto, incluir la exposición a contaminación acústica en los modelos de predicción de riesgo puede ayudar a identificar con precisión a las personas con mayor riesgo, con el fin de prevenir nuevos eventos cardíacos.
El otro estudio, realizado en Francia, evaluó el impacto de la exposición al ruido ambiental en el pronóstico tras un primer infarto. Se constató que la contaminación acústica, y especialmente el ruido nocturno, se relacionaba con un peor pronóstico un año después del infarto. Según destaca Sánchez, se midieron de forma objetiva los niveles de ruido nocturno en el domicilio de cada paciente.
Cómo afecta el ruido a la salud del corazón
En los últimos años no solo se ha investigado la relación epidemiológica entre el ruido y la salud cardiaca, sino que también se están desvelando los mecanismos biológicos implicados. “Hay varios factores que se alteran con el ruido”, expone la representante de la SEC. “Incrementa la frecuencia cardíaca, aumenta la presión arterial, eleva los niveles de cortisol, que es la principal hormona del estrés…”. Y se ha descrito que el estrés “favorece un estado inflamatorio de baja intensidad, es decir, un daño leve en intensidad pero continuo”.
También son importantes las alteraciones que produce el ruido en el sueño. El estudio realizado en Francia muestra que los efectos del ruido se potencian, sobre todo, durante la noche. “Aquellos pacientes que tenían un nivel de ruido más alto por la noche también tienen más eventos cardíacos a largo plazo”, resalta Sanchez. Esto se debe a que el sueño es fundamental para aspectos como la memoria y el aprendizaje, pero también para muchas funciones y órganos, como el corazón. El ruido altera la dinámica del sueño en todas sus facetas: interfiere en las distintas fases -especialmente, la REM-, impide conciliar el sueño, provoca despertares frecuentes…
Consejos para proteger el corazón de los efectos del ruido
Evitar los efectos del ruido sobre la salud cardiaca puede parecer tan difícil como luchar contra la contaminación ambiental. Sin embargo, los expertos creen que existe más margen de acción del que se piensa.
En primer lugar, los cardiólogos pueden tomar nota de los resultados de los estudios que ponen de relieve la relación entre la contaminación acústica y el peligro de enfermedad cardiovascular y considerar el ruido como otro factor de riesgo.
Asimismo, tal y como indica Sánchez, la sociedad en su conjunto puede hacer muchas cosas en pro de un día a día más silencioso: por ejemplo, “podemos evitar tocar el claxon cuando vamos conduciendo y optar por medios de transporte menos ruidosos”. Al fin y al cabo, añade, “el tráfico urbano es la principal fuente de ruido en la actualidad”.
Y, por último, el riesgo individual se puede reducir con medidas como limitar el volumen de los auriculares con los que se escucha música, hacer ejercicios de relajación para reducir el estrés provocado por la contaminación acústica, dormir con tapones adecuados y, si no es posible vivir en barrios más silenciosos, al menos aislar mejor las casas con ventanas y paredes apropiadas. “Nunca vamos a poder corregir todos los factores de riesgo, pero entre todos podemos colaborar con medidas que reduzcan la contaminación ambiental en general”, subraya Sánchez. Reducir los niveles de ruido “es aconsejable para prevenir eventos cardiovasculares, pero también para controlar mejor la hipertensión o tener una dinámica de vida que ayude a hacer más ejercicio, entre otras cuestiones”, concluye la cardióloga.