Internet y las nuevas tecnologías nos hacen la vida más fácil en muchos aspectos pero también nos la complican. Un ejemplo claro de esto es el acceso de los menores a contenidos para adultos. Es sencillo acceder a contenido pornográfico desde un móvil, basta con aceptar que somos mayores de 18 años para poder acceder a vídeos e imágenes subidas de tono. La mayoría de los padres creen que sus hijos nunca han visto pornografía porque son muy pequeños para ello, sin embargo, muchos de ellos se equivocan.
Según alerta la Agencia Española de Protección de Datos, los niños empiezan a tener contacto con el porno a partir de los 8 años; entre los 8 y 12 años empiezan a consumir pornografía. Entre los 13 y 17 el consumo es constante. Por otro lado, el Informe de Save the Children del 2020 indicaba que el 63% de los niños y niñas entre 6 y 12 años consume este contenido de forma habitual. Como señala Jesús Rodríguez, director del Instituto Sexológico Murciano, “la mayoría de ellos accede a través del grupo de iguales con el móvil por las redes sociales aunque en otras ocasiones el acceso se produce accidentalmente: pop-ups, anuncios, ventanas emergentes”.
Lo que sí se ha visto es que, “a partir de los 11 años también se da la búsqueda activa sobre todo cuando han sido expuestos a edades tempranas”, comenta el sexólogo. Si bien el patrón de consumo “depende la edad y otras variables como el sexo”, según Rodríguez, “los chicos lo consumen a diario, mientras que las chicas semanal o mensualmente”.
En opinión de Monia Presta, psicóloga clínica especializada en gestión emocional, neurociencias, psicofisiología clínica, sexología y terapia de pareja, las cifras sobre el acceso de la pornografia en los niños es”alarmante y preocupante” ya que el contenido erótico que consumen los niños, “puede tener consecuencias graves en el futuro”. Esto es así porque “los niños suelen acceder a contenido sexual inadecuado y violento y eso puede generar consecuencias graves en el desarrollo de la personalidad y en la concepción de la sexualidad y de comportamientos sexuales inadecuados viendo en el porno”. De hecho, “en el porno hay comportamientos sexuales violentos, sexistas y anómalos, dónde el sexo es rápido sin ninguna educación sexoafectiva y donde se ven cuerpos que no son reales en la vida cotidiana”, destacada. Esto, lamenta, “también fomenta actitudes machistas y violentas”.
Qué hacer si veo a mi hijo viendo porno
En el caso de que hayas visto a tu hijo o hija viendo contenido pornográfico sin que se de cuenta, el consejo de Rodríguez es “abordar la situación con calma y preguntar qué estaba viendo sin resultar inquisitivo”. Esto es un primer paso muy importante. Es esencial “preguntarle si entiende lo que estaba viendo e intentar, en todo momento, no juzgarle ni buscar culpables”.
Tras eso, el segundo paso sería, “hablar con él o ella y explicarle que las personas que aparecen en esos vídeos son actores y actrices y que es una situación de ficción”, como en las películas, indica Presta. “Hay que hablar con ellos y explicarles que este contenido es dañino y que puede generar malestar como vergüenza, culpa, ansiedad, insomnio, agresividad, etc. y el niño debe darse cuenta de las situaciones que provocan malestar”.
Como destaca Rodríguez, “sería bueno explicarle que no representa la forma en la que los mayores tienen relaciones. Puede ser buen momento para decirle qué son las relaciones afectivos-sexuales con un lenguaje adaptado a la edad y al nivel de madurez”. También, indica, “es un buen momento para preguntarle si otras personas le enseñan este tipo de imágenes”.
Si los niños sienten síntomas de ansiedad e insomnio “pueden hablar con los padres de lo que les pasa. Es importante saber que por lo general, “los niños aprenden por juego e imitación y su cerebro no distingue la ficción de la realidad, por tanto, es importante que los pequeños no repitan conductas que son de adultos”. Es por este motivo por el que “hay que avisarles de que ese contenido no es para su edad e intentar hablar de lo que han visto, ya que esto les puede ayudar a entenderlo”.
A partir de los 12 años, “se pueden negociar límites y ofrecer alternativas para que satisfagan su curiosidad con materiales educativos adaptados y que fomenten una visión saludable de las relaciones afectivo-sexuales”, recomienda el sexólogo.
Por otro lado, los padres, según informa Presta, “tienen que saber que este contenido inadecuado puede generar conductas dañinas por la edad del niño, como, por ejemplo: hipersexualización, conocimientos sobre la sexualidad impropios por su edad, lenguaje sexual explicito que es típico de personas adultas, conductas sexuales adultas, masturbación compulsiva y conductas seductoras”.
Cómo debe ser la comunicación con el niño en este caso
En cuanto a la forma en la que se debería abordar el tema, Rodríguez aconseja “evitar sobre todo actitudes alarmistas y crear un clima de confianza, sin juzgar al niño”. Esto es importante porque, como bien indica, “en la mayoría de casos el niño simplemente tiene curiosidad por algo nuevo”. La labor de los padres consistirá en “darle herramientas y pautas para que puedan satisfacer esa curiosidad de forma saludable, prevenir un consumo adictivo y evitar sobre todo que esta sea su principal fuente de aprendizaje de lo que son las relaciones afectivo sexuales”.
Cuándo es un buen momento para hablar de esto con los niños
En cuanto a cuál sería el mejor momento para hablar de sexo con los hijos, Presta explica que “los niños suelen conocer su cuerpo y reproducir conductas que les dan placer desde muy pequeños, porque la sexualidad es algo inherente en el ser humano. A partir de 3 años la fisiología sexual del niño está ya desarrollada y desde esta edad los niños pueden comenzar a descubrir el placer y la autoestimulación”.
Es importante saber, además, que “la manera de explorar la sexualidad de los niños no tiene nada que ver con la manera en la que lo hacen los adolescentes y los adultos”. Los niños “descubren en edades tempranas que tocar y acariciar su cuerpo les provoca placer”, sin más. En este momento, cuando el niño descubre su cuerpo, “es importante que los padres no les reprochen, porque puede provocar un problema en el desarrollo afectivo sexual, generando malestar, culpa, etc.”.
Otro consejo de Presta es “hablar con los niños de la sexualidad desde temprana edad, adecuando el lenguaje a su edad”. De esta forma, la curiosidad disminuye. Como informa, “los niños suelen acceder al porno porque han escuchado alguna vez la palabra sexo o sexualidad hablando con sus amigos o en las películas y quieren saber qué es”. Por norma general, en las casas no se suele hablar de la sexualidad con los hijos porque sigue siendo un tema tabú, lo que hace que “los niños accedan a contenido impropio ya que no pueden hablar con los padres del tema”, recuerda.
Presta aconseja a los padres “que hablen con sus hijos de manera natural de la sexualidad, sin culpabilizar y con una actitud de empatía y escucha activa para que se sientan protegidos y acompañados”. Es importante que los progenitores “den información adecuada y verificada a nivel psicológico-sexual buscando libros de referencia y asesorándose con profesionales de la salud, como los sexólogos y psicólogos, especializados en el tema”.
Infecciones de transmisión sexual en aumento
Esto es importante no sólo a nivel psicológico sino también físico y de salud. Los padres deben saber que, “hoy en día, están en aumento las Infecciones de transmisión sexual entre los menores de edad, sobre todo adolescentes”. Una de las razones de que esto ocurra es que “no hay educación sexoafectiva en casa y que la fuente de información son los grupos de amigos o las redes”. En opinión de Presta, “una buena educación sexual en casa puede ahorrar muchos problemas” y es por ello que anima a los padres “a hacer un buen trabajo de educadores quitándose tabús primero y ayudando a los hijos a tener consciencia sexoafectiva”.