7 septiembre, 2024

Por qué me resfrío en verano si no he pasado frío y cuáles son las causas


El resfriado común en verano, a pesar de que las temperaturas son más cálidas, es un fenómeno bien documentado y obedece a factores que no están directamente relacionados con el frío ambiental. La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) publicó que hasta un 20% de los cuadros catarrales de todo el año se producen en verano.
En contra de la percepción generalizada en la población, los resfriados no son provocados por la exposición al frío. Aunque puede influir en la susceptibilidad a las infecciones al afectar a las defensas del cuerpo, como la función de las membranas mucosas respiratorias y la respuesta inmunitaria, los verdaderos causantes de los resfriados son los virus.
“La idea de que ‘coger frío’ causa resfriados es un mito”, asevera Luis Richard Rodríguez, médico de familia en el centro de salud Puerto de Santa María Sur (Cádiz) y miembro del Grupo de Trabajo Respiratorio de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen). Beatriz Torres Blanco, miembro del Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), aclara que algunos microorganismos son más comunes en invierno, “pero otros pueden ser más prevalentes en verano”. De hecho, los rinovirus son comunes todo el año y se vinculan a más del 50% de los casos, y los enteronavirus son más frecuentes en meses cálidos. Los adenovirus también pueden causar enfermedades respiratorias y están presentes de enero a diciembre.
Mención aparte merece el virus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19, que ha demostrado que puede transmitirse eficazmente en una variedad de condiciones climáticas, incluyendo altas temperaturas.

Cambios de temperatura

El resfriado común se propaga a través del aire cuando una persona tose, estornuda o habla, y por tocar superficies contaminadas con secreciones de la nariz. Según Carmen Calero Acuña, neumóloga del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla y coordinadora del Área de Tuberculosis e Infecciones Respiratorias de la Separ, en esta época existen circunstancias que hacen que los virus penetren con facilidad en nuestro organismo, como la irritación de las mucosas a raíz de los cambios de temperatura y de la sequedad en el ambiente: “La vía respiratoria sufre con los cambios de temperatura, se inflama y aparecen la rinorrea, los estornudos, la tos o el dolor de garganta”.
Beatriz Torres y Luis Richard apuntan también a los cambios bruscos de temperatura como una de los motivos principales. “Entrar y salir de ambientes climatizados a temperaturas exteriores altas produce un choque térmico para el cuerpo, lo que puede afectar adversamente a la regulación inmunitaria y aumentar la susceptibilidad a las infecciones”, comenta el portavoz del Grupo de Trabajo Respiratorio de Semergen. Por su parte, la neumóloga de Separ apunta a las variaciones térmicas que se registran entre el día y la noche, o cuando nos bañamos en agua fría.

El aire acondicionado

El aire acondicionado es, sin duda, una ayuda inestimable para soportar el calor. Sin embargo, su uso intensivo es señalado por los tres expertos consultados por CP como uno de los factores determinantes para los catarros de verano: “La utilización frecuente del aire acondicionado crea un ambiente que puede ayudar a propagar virus respiratorios. El aire frío y seco puede disminuir la resistencia de las mucosas respiratorias, facilitando la entrada y la replicación del virus”, comenta Luis Richard, quien advierte, además, de que estos sistemas pueden hacer recircular el aire contaminado, si no están adecuadamente mantenidos o si los filtros no se cambian regularmente.
La aglomeraciones en espacios cerrados que en estas fechas puede haber debido a algunas actividades recreativas o eventos, y un mayor contacto con los niños, que son portadores comunes de los virus por su intenso contacto social y una menor higiene personal, pueden estar detrás de algunos cuadros catarrales.
Beatriz Torres destaca factores frecuentes en los meses de verano que tienen que ver con los cambios en nuestras rutinas habituales, incluyendo viajes y vacaciones, y que merman la capacidad de nuestro cuerpo para combatir los virus: “La falta de sueño, la mala alimentación, la deshidratación, el consumo de alcohol o tabaco, son cosas que debilitan nuestras defensas”.

Síntomas y tratamiento

Los síntomas del resfriado de verano no difieren del catarro invernal: congestión y secreción nasal, estornudos, dolor al tragar, tos seca, congestión en los ojos, fiebre moderada y malestar general por dolor de cabeza, cansancio y dolores musculares, los cuales generalmente son leves. Los síntomas dependen del agente causante. Por ejemplo, los enterovirus pueden originar síntomas adicionales como erupciones cutáneas o problemas gastrointestinales. Su duración suele ser de entre 7 y 10 días, aunque puede extenderse en el tiempo, sobre todo la tos.
En el caso de presentar fiebre elevada, por encima de 38,5°C o que persiste más de tres días, dificultad para respirar (falta de aire) o silbidos que provienen de la zona del pulmón, es aconsejable recibir una valoración médica. Otros síntomas que deben consultarse son dolor de cabeza severo, rigidez en el cuello, dolor en el pecho, confusión, erupciones, somnolencia o desorientación.
El tratamiento también es el mismo que en invierno y se basa en aliviar los síntomas. “No hay un tratamiento curativo para el resfriado común, ya que es causado por virus y no por bacterias, lo que significa que los antibióticos no son efectivos”, subraya Luis Richard. “Es importante para recuperarse mantenerse hidratado y respetar el descanso”, añade Beatriz Torres. Los analgésicos, como el paracetamol o el ibuprofeno, este último también con efecto antiinflamatorio, pueden aplacar el dolor cabeza, los dolores musculares y la fiebre.

Prevención

Específicamente para prevenir los resfriados de verano, la neumóloga Carmen Calero aconseja intentar cambios graduales de temperatura y eludir la exposición continua al aire acondicionado, o al menos, no situarse debajo del chorro de aire: “La diferencia no puede ser de más 8-10 grados con el exterior. Lo mejor es que no esté por debajo de 23 grados para evitar la inflamación de la vía aérea. Si la sensación es demasiado fresca, debemos ponernos una chaqueta o cambiar de lugar para que nos llegue el aire de forma indirecta”. Calero sugiere, igualmente, no ingerir bebidas y comidas muy frías y que, cuando nos bañemos en la playa, la entrada al agua sea gradual y no nos quedemos con el bañador mojado si hay la típica brisa marina.
Richard Rodríguez y Beatriz Torres recuerdan otras medidas eficaces tanto en verano como en invierno:
La primera es el lavado de manos con agua y jabón al menos durante 20 segundos, especialmente después de estar en lugares públicos, tocar superficies comunes o estar en contacto con personas enfermas.
 
Si no hay agua y jabón disponibles, se puede usar un desinfectante de manos con al menos el 60% de alcohol.
 
Hay que evitar tocarse la cara, ya que es una puerta de entrada común para los virus, y cubrirse la boca y la nariz al toser o estornudar para evitar la dispersión de gotitas respiratorias, desechar los pañuelos usados inmediatamente y lavarse las manos.
 
Tampoco debemos compartir objetos personales como tollas, vasos o botellas de agua.
 
Asegurar una buena ventilación en espacios cerrados puede ayudar a disminuir la concentración de virus en el aire, y es aconsejable limpiar y desinfectar las superficies que se tocan con frecuencia, como teléfonos, teclados, dispositivos electrónicos, manijas de puertas o interruptores de luz.
Un estilo de vida saludable completa la prevención: mantener una dieta equilibrada rica en frutas y verduras, beber suficiente agua, respetar el sueño para mantener un sistema inmunitario saludable, y hacer ejercicio regularmente porque mejora la inmunidad y reduce la susceptibilidad a infecciones. Por lo mismo, hay que evitar el estrés, puesto que puede debilitar el sistema inmune, sobre todo si se soporta de manera continuada.
Aunque no hay vacunas para todos los virus respiratorios, algunas inmunizaciones, como la gripe, pueden reducir el riesgo de infecciones y sus complicaciones.

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