26 diciembre, 2024

Soy nutricionista oncológica y estos son los alimentos que nunca como


Una alimentación sana y equilibrada previene el cáncer: “El 40% de los tumores que se diagnostican podrían evitarse con una nutrición saludable, pero muy importante esto también, sostenida en el tiempo”, puntualiza María José Villanueva, dietista nutricionista del Instituto Médico de Oncología Avanzada (INMOA) y del Centro Nacional de Prevención del Cáncer (CNPC). Es decir, que además de tener un patrón de comida saludable, también se debe “mantenerlo durante años, años y años”.   
De todos esos patrones nutricionales, el que cuenta con “la evidencia científica más sólida y rigurosa en el mundo es la dieta mediterránea”. Esto no significa que otras dietas también resulten efectivas, pero “no se han estudiado tanto con investigaciones con ensayos clínicos aleatorizados como la mediterránea en la prevención del cáncer”, apostilla Villanueva, quien aclara la diferencia entre los estudios observacionales y los que incluyen ensayos clínicos aleatorizados:  “Los estudios observacionales no tienen el poder como para cambiar la práctica clínica o la práctica nutricional. Lo que nos indican son tendencias, porque no podemos establecer una relación causa-efecto. Con lo único que podemos establecer una relación causa-efecto es con los ensayos clínicos aleatorizados”.  
La especialista en nutrición oncológica destaca, además, la importancia de la dieta no solo para prevenir el cáncer, sino también durante el tratamiento de esta enfermedad: “La alimentación es un determinante para, muchas veces, que el paciente pueda afrontar todo el tratamiento que necesita”.   

Evitar la desnutrición

Villanueva indica que el 80% de los pacientes que tienen un cáncer avanzado sufren desnutrición relacionada con la enfermedad. Por lo que “se trata de evitar que el paciente se desnutra porque si llega a una desnutrición importante, ese puede ser el factor limitante para que se le pueda seguir tratando”.   
Una buena nutrición, de la mano de un nutricionista oncológico, prepara a los pacientes para, por ejemplo, afrontar una cirugía y que se recupere mejor de ella, y mantener su masa muscular realizando también ejercicio físico.  
Villanueva aboga por no hacer caso de los comentarios de la familia en cuanto a nutrición y dejarse aconsejar por un experto en nutrición oncológica porque existen muchos mitos: “Cuando a un paciente le diagnostican cáncer, todo su entorno empieza a decirle lo que tiene que comer. Y entonces, al final, esto deriva en que el paciente, que ya no tiene ganas de comer en la mayoría de los casos, acaba comiendo cuatro cosas y bloquea muchísimo a la familia a la hora de prepararle la alimentación. El dietista-nutricionista le acompaña hasta la mesa casi. Le aporta recetas, menús y le da pistas de cómo combinar los alimentos”.  Y añade que al igual que en la medicina hay especialidades, en la nutrición también. Y, por ejemplo, “un dietista-nutricionista deportivo no tiene los mismos objetivos con las personas a las que trata que los objetivos que tenemos los dietistas-nutricionistas oncológicos”. 

Alimentos que la nutricionista oncológica nunca tomaría a diario 

La nutricionista oncológica evita tanto el azúcar como alimentos con esta sustancia. Aunque esto no significa no poder tomarlo nunca, se puede de forma ocasional. “No hay que ir a los extremos. Una buena alimentación se basa en ese patrón nutricional diario y, ocasionalmente, una vez al mes o varias veces al año, yo como determinados alimentos porque lo hago en un momento de ocio, porque me apetece. Yo un día, si tengo un cumpleaños, me tomo un trozo de tarta”. 
A la hora de comprar un producto, Villanueva se fija mucho en el azúcar indicado en las etiquetas. Comprueba que contengan 5 gramos como mucho de azúcar por 100 gramos de producto (galletas, cereales para el desayuno, bollería, pastelería industrial…).  
Por eso, no toma yogures de sabores, sino que opta por los naturales sin azúcar. Tampoco consume leches fermentadas con azúcar, ni zumos, ni néctares envasados ni refrescos con azúcar ni zumos. En su lugar tomar smoothies, con frutas o verduras trituradas, porque con los zumos lo que tomas es fructosa. Yo lo que quiero es tomar fructosa con fibra para que me ayude a digerir de una manera saludable”. 

En su lista de la compra tampoco están las salsas preparadas como el kétchup, ranchera… Y si opta por tomate frito envasado, comprueba que no contenga azúcares añadidos.  
Sobre echar azúcar en el café todos los días, “no es malo para una persona que lleve una vida saludable. Aunque lo ideal es acostumbrarse a tomar café sin azúcar”, expone. Lo mismo dice de los edulcorantes: “Como todo, si lo tomamos en la cantidad adecuada, no nos hace daño”.  
Estos son algunos de los productos que la nutricionista nunca toma a diario:
Carne procesada como salchichas. “Ninguna, solo las elaboradas en una carnicería de confianza, pero siempre frescas”. Tampoco embutidos porque “llevan muchísimas grasas insanas y también azúcar”. En cambio, sí que toma jamón y lomo ibéricos: “Conozco su proceso de fabricación y las grasas son muy saludables”. También jamón cocido y pavo extras con más de un 90% de carne.  
 
No compra pizzas, ni lasañas ni similares.  
 
Ni tocino, ni beicon ni margarina. Como alternativa a esta última “prefiero tomar mantequilla, pero a lo mejor la tomo dos veces al año, no la tomo más, principalmente por el contenido en grasa, que me añade muchas calorías”. 
 
Ni patatas fritas ni snacks similares, “porque llevan mucha sal y mucho azúcar y en algunos casos no se componen ni de patata. Además, no se fríen en aceite de oliva virgen extra”. 
 
Ni pan blanco. Lo toma integral y de panadería, de barra o de hogaza. Si a algún paciente le cuesta masticar este pan, entonces les recomienda pan de molde integral, “que los hay también de buena calidad. Es decir, los que tengan un menor número de ingredientes posibles y que su contenido en azúcar sea mínimo. Y un porcentaje alrededor del 60% de harina integral de trigo. Eso es muy importante”. El pan se puede tostar, pero no mucho. “Lo que no puede es quemarse ni ponerse marrón oscuro. Tiene que quedar amarillito para que no se produzca la reacción de Maillard y no se produzcan sustancias que no sean saludables”. El pan integral de calidad se puede tomar a diario, por ejemplo, para desayunar con aceite de oliva virgen extra, un poquito de tomate, y le podemos poner aguacate, pavo, queso fresco bajo en sal (cottage, Burgos…) o de untar.  
 
Ni pasta ni arroz blancos. Los toma siempre integrales.  

Otros hábitos que previenen enfermedades 

Para finalizar, la especialista en nutrición destaca tres aspectos importantes para la prevención del cáncer y otras enfermedades. La primera es variar en las comidas, no tomar siempre lo mismo. La segunda, tomar raciones razonables (pavo, pollo, carne roja…, alrededor de 150 gramos por comida. Y de pescado alrededor de 200 gramos). Y, por último, cocinar uno mismo: “Tenemos que recuperar la costumbre de cocinar en casa. Recuperar el placer de cocinar es ganar salud a borbotones”. 
Sobre las carnes, Villanueva explica que las que debemos tomar más frecuentemente son las magras blancas (pollo, pavo y conejo, esta última “es excelente”). “La carne roja no la tenemos que demonizar. Podemos tomarla, pero con menos frecuencia, dos veces a la semana, aunque se puede hasta medio kilo de carne roja a la semana”. 
También recomienda el consumo de leche en cualquier momento del día, porque es un alimento natural. “Es perfectamente saludable y los niños deben tomarla. Si se tiene colesterol, un problema de sobrepeso o se lleva una vida sedentaria, hay que tomar leche semidesnatada o desnatada y en el resto de casos entera”.

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