21 diciembre, 2024

Soy nutricionista y esto es lo que funciona para equilibrar tu microbiota intestinal


La ciencia lo pone en evidencia: la microbiota es esencial para la vida. Antes se le llamaba flora, pero los expertos aclaran: el término más correcto para aludir a ese conjunto de bacterias presentes en todas las partes del cuerpo es “microbiota”, precisamente por estar formada solo por bacterias. Esta población de microorganismos, localizada en su mayoría en la piel y en el intestino grueso, cumple con numerosas tareas, por lo que seguir unos hábitos de vida saludables es clave. Uno de ellos, por supuesto, es la dieta.
“La microbiota tiene funciones variadas. Por una parte, previene de otros microorganismos patógenos gracias a su efecto barrera. Por otra, ayuda a la digestión de los alimentos y a la absorción de nutrientes”, señala a CuídatePlus la dietista-nutricionista Paz Pérez, quien apunta que, además, esta población de bacterias produce vitaminas, como la K, que el cuerpo no sintetiza. Por tanto, si no las aporta la microbiota, el organismo no las va a tener.
Asimismo, continúa la experta, la microbiota fortalece el sistema inmune, básico ante enfermedades autoinmunes o tras una intervención quirúrgica. 

Alimentos que mejoran la microbiota

No es el único factor, pero, como se ha mencionado, una correcta alimentación ayuda a mantener una microbiota equilibrada. Para cuidarla, Pérez indica que los alimentos que encabezan la lista son: 
En menor medida, subraya la especialista, se encuentran la carne magra, el pescado blanco, los huevos y las leches fermentadas. De hecho, sobre los alimentos fermentados (como el yogur, el kéfir, la kombucha o el cacao), afirma que se ha visto que aporta prebióticos, “fundamentales para la microbiota”.  
El almidón resistente también es muy recomendable, “que se genera cuando tomamos ciertos alimentos como la patata, el arroz o el boniato”, afirma la nutricionista. Una parte del almidón de estos productos no es digerible por las enzimas digestivas. Esto provoca que llegue intacto al colon, donde es fermentado, favoreciendo la producción de bacterias beneficiosas.  
Acerca de qué tipo de alimentación evitar para no perjudicar a la microbiota, Pérez alude a las grasas saturadas, alimentos ultraprocesados y, en definitiva, aquellos que no son naturales.  
La experta insiste en aclarar que la dieta no es el único elemento en el que fijarse cuando de mantener una microbiota equilibrada se trata. Otros esenciales y a los que hace referencia son:
Realizar ejercicio físico regularmente.  
 
Evitar el alcohol y el tabaco.  
 
Procurar un buen descanso, pues este conjunto de bacterias se altera si se duerme mal.  
 
La edad. En este punto, Pérez se para en un aspecto interesante: “Cuando nacemos, no es lo mismo hacerlo mediante un parto natural o por cesárea. Con el primero, la madre cuenta en la vagina con una flora bacteriana que es buenísima y que se la va a pasar al bebé”. 
Los tratamientos de antibióticos, el estrés o la exposición a tóxicos ambientales son causas del desequilibrio de la microbiota. Entre otros muchos cuadros médicos, según la especialista, “una microbiota alterada puede acarrear problemas intestinales, como el famoso SIBO, dermatológicos, malestar, cansancio o fatiga”. 

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